miércoles, 22 de octubre de 2008

La Montaña Desnuda se deja ver pero con guía (Pakistan 22-10-2008)

Hace años una turista japonesa fue violada cerca del campamento base. La versión oficial afirma que murió de mal de altura.
Este año una pareja checoslovaca que dormía en el campamento base fue asaltada a punta de pistola y perdieron casi 500 euros. El guía no pudo hacer nada. Estos hechos convierten al Nanga Parbat en una montaña peligrosa. Los habitantes del valle, en Rupal y Tarashing, ignoran el potencial que puede suponer el turismo. No quieren ni verlo.


Cuando estos hechos ocurrieron la policía de Astore subió a la montaña y se llevó muchos inocentes a la comisaría donde fueron brutalmente golpeados. Esto me lo contaba un policía, muy amable, que impide ahora cumpliendo órdenes que ningún turista suba más allá de Tarashing sin guía.
La tarde que llegué a Tarashing llovía y no se veía la montaña. Varios turistas regresaron a Astore por tal motivo pues además no se esperaba mejoría para el día siguiente. Pero yo, junto a otro canadiense casualmente ciclista, aguardamos durante la desapacible noche. Al amanecer un cielo azul parecía burlarse y sacarle la lengua a la noche de tormenta. Todo el valle estaba cubierto de nieve pero en el cielo no había una sola nube. Corriendo y sin desayunar, fui a ver al canadiense que ya estaba listo para salir. La policía nos facilitó un guía (diez euros la jornada) y recorrimos en poco más de tres horas el camino hasta el Campo Base del Nanga Parbat, que en Kashmir significa Montaña Desnuda. Nos cruzamos con varios colegiales que acudían a la escuela en una caminata de más de media hora. Pensar que cada día debían cubrir dos veces esa distancia, con nieve, lluvia o si tienen suerte como hoy, con sol... Las chicas van tapadas con la saya blanca y no dudan en escupirte si te ven desenfundar la cámara. Adorables. Los chicos son más amables y sólo te piden un bolígrafo o algunas rupias o, como fue el caso, que les sacara una foto.
Describir la sensación de tener delante de ti, sin ni siquiera un árbol que entorpezca la visión, uno de los catorce ochomiles de la Tierra exige mucha destreza. Aunque el campo base en el que me encontraba se hallaba a 3.350 metros, la montaña no parecía que tuviese más de ocho mil metros. Si no fuera porque para mirar su cumbre había que levantar considerablemente la cabeza y, porque de no ser por mi amigo canadiense, que me prestó su lente 10-22mm, no hubiera podido sacar una foto de la montaña pues se escapaba del campo de visión de mi objetivo 18-200.
Ni el guía, ni el canadiense, ni yo hablamos mucho cuando nos encontramos delante de esa mole de roca y nieve. Nos limitábamos a escuchar el estruendo de las toneladas de nieve que se desprendían de la pared vertical de 4.500 m., una de las mayores del Planeta. Tan vertical que la nieve no puede guardar el equilibrio y se viene abajo.
En aquéllos instantes que guardaré como un tesoro en mi memoria, me acordé de dos grandes amigos que aman la montaña: Jose de la tienda Oxígeno y Agustín salesiano de Urnieta (Guipuzcoa). A ellos dedico esta crónica.
Pero ese desnivel no es nada comparado con el que me espera ahora. Tres mil metros en 50 kilómetros sin asfaltar. Para evitar las piedras que los encantadores niños pakistaníes ya empiezan a arrojarme, y que abundan a partir de Chilas, solo hay una alternativa: el Babussar pass de 4.175 metros. Abierto en el año 1.892 por los ingleses y que era la única salida de Gilgit antes de la construcción de la Karakorum High way. Ahora ha caído en desuso, salvo los meses de verano, pero han comenzado los trabajos de adecentamientos de la pista de rocas y arena que abrieron los súbditos de su Majestad. A mediados de octubre, con la nieve cubriendo ya las cimas de más de tres mil metros, recorrer el valle de Kaghan y superar el Babussar pass tiene más que ver con la conquista de una cumbre que con andar en bicicleta. Chilas se halla a poco más de mil metros sobre el nivel del mar. La cima del Babussar está a 4.175 m, y entre ambos lugares hay sólo 43 kms (sin asfaltar) de diferencia. Pero el paisaje de pinos, de lagos y la grandeza de las montañas nevadas en días soleados son el justo premio que podré llevarme si consigo superarlo.
Desde la demasiado noticiable Pakistán, Paz y Bien el biciclown.