viernes, 25 de julio de 2008

Entre algodones (Uzbekistán 25/07/2008)


La frontera de Turkmenistán con Uzbekistán cierra para almorzar. Le echan el candado a la valla y los funcionarios turkmenos se van a la cantina a comer y a dormir. Yo aproveché para bañarme en el río y asearme un poco. Siempre los trámites son más sencillos cuando uno está bien presentado. Para entrar en Uzbekistán hay que pasar un control médico. En una sala de tres metros por un metro, un doctor (creo) echa una siesta en la camilla.

En la mesilla hay tres frascos de cristal a medio llenar con gasas no esterilizadas. En un libro anota mis datos y, encogiendo y estirando su dedo índice de la mano derecha, parece preguntarme por mi salud sexual. Para decirle que últimamente no practico mucho encojo mi dedo índice. El hombre lo interpreta como que tengo problemas con el sillín de mi bici y muestra signos de preocupación. El malentendido dura unos largos dos minutos. Hasta que me doy cuenta de que, o estiro bien mi dedo índice, o paso la tarde en esa salita.
El policía uzbeko me da dos papeles en ruso para que los rellene con mis datos. Como no entiendo nada le pregunto qué debo escribir. Con pereza me va soltando la información con cuentagotas. Le propongo que lo escriba él mismo, pues es más rápido, pero no parece que tal trabajo entre en su salario. Rellenado un formulario copio, ya por mi cuenta, el otro que es idéntico. El papel de calco aún no ha entrado en la historia Uzbeka.
En este país se ha extendido el monocultivo de algodón. Con canales de irrigación construidos en la época soviética y que provocaron que se secara el Mar de Aral, el algodón es el principal cultivo. También la seda tiene mucha aceptación en esta región que, no en vano, es arteria de la famosa Ruta de la Seda. Y dos ciudades cobran especial importancia aquí: Bukhara y Samarkanda.
Ambas ciudades tienen hermosos edificios construidos hace cientos de años que han soportado con arrogancia varios terremotos .
En Samarkanda destaca el Registan, varias madrasas enfrentadas en una plaza: las tres más grandes madrasas mejor conservadas en la historia. Ni siquiera Jenghiz Khan las derribó. Con un soborno de un par de euros, un policía te conduce a unas escaleras que te permiten subir a uno de los más altos minaretes. Por la noche hay un espectáculo de dudoso gusto estético de luces y estruendoso sonido. Con una cerveza en la mano por menos de un dólar la escena no pinta tan mal.
Bukhara es más tranquilo y menos turístico que Samarkanda, bien que ahora sea la estación baja. En el centro de la plaza hay una piscina donde llegaban las caravanas en el año 1.620. Ahora los cafes para turistas han ocupado el lugar de los camelleros. Pero el Kalon minarete, construido en el año 1.127 aún no ha abierto un restaurante en su cima. En la época de su construcción fue el edificio más alto de Asia central: 47 metros de alto y 10 de profundidad. Durante casi novecientos años no ha necesitado retoques.
La que si los precisa es Kogadonga. Los ansiados repuestos, rueda y portabultos, llegarán por fin a Tashkent. Allí jugaré mi carta de las visas. Con una falsa reserva de hotel y avión, China parece óptima. De allí el Tibet será la carta más arriesgada: cruzarlo en invierno es un atrevimiento. Pero ya no tengo miedo a estos retos pues he aprendido a convivir con ellos e incluso a necesitarlos.
Desde la ruta, día 1346, Paz y Bien, el biciclown.

lunes, 21 de julio de 2008

Turkmenistan una contrareloj individual


Más o menos coincide con el día que la Comandante Maxi inició nuevo vuelo en solitario. Sucedió en la frontera jordano-israelí allá a finales del dos mil siete. Desde entonces no levanto cabeza. Se podría llamar una mala racha, aunque va ya camino de un año.

A pesar de saber que cuento con el mejor material que hay actualmente en el mercado para esto de los viajes de largo recorrido no he parado ni un mes de tener problemas. Tras la visita del jefe de mecánicos de Bike Tech, Jeroem, a Istanbul, la bici estaba en perfectas condiciones. Un hijo de su madre turco conduciendo en dirección contraria por la autovía me arrolló. Portabultos roto y alguna alforja rajada. Lo reparé lo mejor que pude pero rompió de nuevo más tarde. De nuevo lo soldé antes de llegar a Mashhad. El día que abandonaba esta ciudad santa para los chiítas, tras la batalla ganada de la visa turkmena, otro conductor me golpeó por detrás. Salí volando, como la comandante Maxi, y aterricé en el suelo. Nada serio en mi piel, aunque Kogadonga lo pagaría de nuevo. Otra vez el portabultos trasero roto y algún radio partido. La bici es un tanque, porque no entiendo como no le pasó nada más tras el golpe a sesenta kilómetros a la hora.
Mi última noche en suelo iraní la pasé buscando un lugar con luz para reparar la bici. Sin comer y habiendo rechazado la oferta del hotelero que me pedía tres veces el precio real, mi necesidad era solventar el problema mecánico antes de iniciar la contrareloj en solitario en Turkemenistan. Cinco días y quinientos kilómetros de desierto. A las diez y media de la noche conseguí reparar lo mejor que puede a Kogadonga y pedí en un hospital que me dejaran ducharme. Limpio la vida se ve con otra perspectiva.
Turkmenistán me aguardaba con sus más de 50 C y unos canales de irrigación de la era soviética que han creado el moncultivo del algodón produciendo el desastre del Mar Aral. Gracias a haber recuperado mi filtro pude hidratarme obteniendo agua de los canales y filtrándola con el Miniworks de MSR. Aunque el filtro no hace milagros y convierte el agua en cerveza como hubiera sido mi deseo. Beber, aunque sea una sola cerveza, en solitario, es tan triste como ver una película de cine en una sala vacía. Así que preferí aguardar unos días hasta encontrarme de nuevo con Andi y Salva en Bukhara (Uzbekistán) donde brindamos a la salud de Sabine, la ciclista suiza atropellada en Irán, a la salud de Homeini, a la salud del desierto turkmeno y también a nuestra salud. Que no falte salud.
Otro nuevo error de Satlink, la empresa que comercializa Thuraya en España, me ha privado de escuchar a muchos amigos el día de mi cumpleaños. Se han comido mi saldo y no puedo siquiera escuchar los mensajes del buzón de voz o hacer llamadas perdidas. Pero he podido leer todos vuestros mensajes de felicitación en el foro y en mi mail personal, y quería agradeceros enormemente vuestros ánimos. Gracias por esos brindis y espero que también podais ver cumplidos vuestros mayores sueños. Aquéllos que nos tienen despiertos.
Ahora gestiono con la ayuda de Toursa de Oviedo el paquete con los repuestos mecánicos que me envía Bike Tech para seguir pedaleando rumbo a ?? De momento Samarkanda y luego Taskhent, la capital Uzbeka. Allí deberé sentarme con los mapas delante y tomar la decisión de hacia donde seguir. Las opciones están limitadas por los visados y por el invierno que acecha. Kyrgikistan, Kazahastan, China, Tibet, Nepal, India, Pakistan, Afganistan, Tajikistan, Kyrgikistan, Kazahastan, Rusia, Mongolia (verano 2009), es una opción.
Kyrgikistan, Tajikistan, Afganistan, Pakistan, India, es otra.
Y en fin, seguro surgen más sobre la marcha, pues está claro que los planes que uno haga los deshace un bache mal colocado en la ruta, un conductor borracho, o un hermoso rostro asiático que vuelva a hacerme sentir mariposas en el corazón.
Desde Bukhara, Uzbekistán, día 1341 Paz y Bien, el biciclown.

lunes, 14 de julio de 2008

El Viti


El creador del logo del biciclown me ingresa gasolina para cervezas.

Gracias Viti, Merci, por tu ayuda, espero sigas en Francia haciendo buenos logos, caricaturas y animaciones. Un fuerte abrazo de tu amigo álvaro

domingo, 13 de julio de 2008

OTAEGUI,FINO,MARIA ICIA


No es la primera vez que me ingresan gasolina para seguir funcionando. Nunca me han escrito un mail para decírmelo, a veces, me enteró muchos meses después. Muchas gracias, álvaro

sábado, 12 de julio de 2008

Reza en Mashhad

Vine por un dia pero problemas con la visa turkmena me retuvieron tres

Reza y su familia se volcaron en darme todo su apoyo durante los días que pasé en la calurosa Mashhad. Nos vemos en Australia Reza.
Aquí puedes ver el perfil de Reza en couchsurfing

domingo, 6 de julio de 2008

A este desierto le falta un nubio (Iran 06-07-2008)


Inversamente a la intensidad con la que ha crecido el viento ha ido disminuyendo la hospitalidad iraní. En el norte del país era deslumbrante. Imposible ir a un supermercado y que te cobraran. Invitaciones por doquier para dormir o comer. En el sur del país, en la ruta 44 que une Tehrán con Mashhad, antigua ruta de la seda, las cosas no son ni mucho menos así. Y es curioso pues es un terreno árido e inhóspito en el que solo la hospitalidad puede dotar de cierto atractivo a estos casi mil kilómetros de viento, viento y viento. El desierto del norte de Sudán era mucho peor en un sentido: en vez de asfalto y dos carriles, había arena y rumbo incierto. En vez de agobiante calor iraní, allí había sofocante y exterminador sol con temperaturas cercanas a los 55 C (al menos en julio cuando yo lo crucé). Aquí en Irán, en este desierto, tal vez solamente haya 50 C. Pero algo había en Sudán, a parte del Nilo, que hizo aquélla travesía mágicamente soportable: la hospitalidad del pueblo nubio. Aquí al sur de Irán se echa un tanto en falta.

Es muy posible que antiguamente, cuando los hombres se desplazaban por aquí en largas caravanas de camellos y no en estúpidas caravanas de coches, las cosas fueran distintas. Cuando alcanzaban alguno de los caravanserai todos se reunían en torno al aljibe, compartían sus historias, intercambiaban consejos, se avisaban sobre puestos de agua y posiblemente juraban en contra del viento que secaba cualquier idea. Hoy en día los coches van tan rápido que ni se paran a echar gasolina. Van arrojando por la ventanilla los envoltorios de las galletas y haciendo sonar el claxón como si ese pitido, peor que un mugido de una vaca, significara algo, encerrara algún tipo de mensaje o incluso de ánimo al extenuado ciclista. Más bien es odiado por este, que bastante tiene con mantenerse sobre la línea blanca, azotado por el viento, zarandeado por los camiones que van rumbo a la frontera y juegan con uno como si de piedras dentro de un globo se tratara.
Las jornadas sobre la bici son monótonas, agotadoras y poco refrescantes. A mediodía hay que refugiarse durante al menos cuatro horas. Aguardar a que la temperatura descienda unos grados. Atrincherados en un restaurante en el que hemos comido por algo menos de dos euros (arrroz con carne o carne con arroz suele ser el menú) disfrutamos de esas horas en las que la cabeza se relaja. Medio día de lucha ha pasado y tan solo faltan un par de horas para llegar al campamento. Aunque aquí las cosas serán de nuevo difíciles. ¿Un lugar para dormir en el desierto a refugio del viento? Difícil. El arroz suele ir acompañado de arena y las horas de sueño no son de descanso. La factura de los días luchando contra el viento va dejando huella. Hemos envejecido un poco. Tratamos de relevarnos en la ruta, pero sabemos que nunca llegaremos muy lejos. Cada día Mashhad parece un poco más lejos. Y el recuerdo de Sabine pesa en las piernas más que el viento que se enreda en las alforjas. Sabine no llegará a Mashhad. Habíamos previsto encontrarnos con ella y con Andi, su amigo, en esa ciudad. Juntos cruzaríamos Turkmenistán y juntos brindaríamos con la primera cerveza tras varios meses de sequía Ayatolá. Tras dos semanas luchando con embajadas de los Stan, para conseguir las visas, Sabine y Andi salían por fin el domingo de Tehrán. Sabine ya estaba casi reestablecida de un accidente con la bici. Un coche la había atropellado. A parte de romperle el pedal la dejó contusionada. Pero el conductor se hizo cargo y la pequeña Sabine no le guarda rencor. Recuperada por lo tanto de ese mal golpe de fortuna, seguía a Andi por la autorruta a las afueras de Tehrán cuando otro conductor la golpeó por detrás. Esta vez con mucha peor suerte. Varios dientes rotos, la nariz quebrada y algún hueso de la cara fracturado. Sabine tenía pensado viajar un par de años en bici e iba rumbo a Malasia. Ahora debe viajar en un avión rumbo a Suiza, tras haber sido operada en un hospital de Tehrán. Los coches son máquinas de matar. Da igual quién lo dirija. El invento en sí mismo es diabólico. Para un ciclista, compartir la carretera con un coche es como enfrentarte a un pistolero con un tirachinas.
En la sección videos, hay uno del día que encontré a Sabine en la ruta junto a otros ciclistas. También en la sección Enlaces, Viajeros, hay mención a su web. Os dejo el mail de Andi (Andreas.Griessner@uibk.ac.at) por si os apetece enviarle un mensaje de apoyo. Como algunos no hablareís inglés, os dejo escrito uno aquí, por si queréis copiarlo y enviarlo, junto con vuestra firma. Creo que es lo único que podemos hacer por Sabine. Alguien que tenía sus sueños en una bici y que un coche ha destrozado.
Hi Andi and Sabine
I am friend of Alvaro, the biciclown. He told us about the accident and we are very sorry. Hope Sabine will be soon ok and she can ride again on the bicycle.
Please say hello to her and we wish all the best for you and Sabine

Salva y servidor llegaremos hacia el ocho de julio, viento mediante, a Mashhad. Allí debo recuperar el filtro del agua que he usado en África y que creo deberé usar de nuevo en central asia. También un nuevo portabultos trasero que Bike-tech y Toursa amablemente me han enviado a Mashhad. El siete de julio tocaré mi San Fermín de plata, regalado por el amigo Portu en Ammán (Jordania) las pasadas navidades cuando me visitó con Laura. Ahora el hombre anda preocupado pues en breve cumplirá los cuarenta. Diez días más tarde de San Fermín a mi me caerán los curenta y uno. Cualquier edad, cualquier cumpleaños, es bien recibido siempre que me pille viviendo mi sueño. Aunque el viento se empeñe en aguarme la fiesta diaria.
Desde la ruta de la seda, día 1325, Paz y Bien, el biciclown.
P.D. Enhorabuena a los pamplonicas, hoy comienzan las mejores fiestas de mundo VIVA SAN FERMIN (este anho sin el Portu)

miércoles, 2 de julio de 2008

Algunos cambios (02-07-2008 Irán)


Veinte kilómetros después de abandonar la casa de Ali y Shabnam se veían las primeras montañas. Recorrer Tehrán sólo nos llevó unas horas. La carretera estaba llena de camiones y de coches. El arcén iba y venía como el Guadiana y el sol nos iba alargando la sombra. El viento no dejaba de soplar. En el termómetro los 45ºC eran una constante. Más de ocho litros de agua al día con solo dos paradas a evacuar. Es verano en Irán, y en el desierto que atravesamos, las nubes se han ido de vacaciones.

Salva es un granadino que ha recorrido África y va rumbo a Mongolia. Aunque tal vez no este año, pues el invierno no le va a dar la oportunidad. Quizá el que viene o ?, no hay prisa para quien ha decidido hacer de la ruta su casa. Hemos decidido pedalear juntos unos días. Nuestra ruta es coincidente y nuestra forma de ver la vida también. Salva quería pedalear por África con un material precario, como los africanos. Pero su romántica idea le abandonó en Namibia. Tras empujar la bici rota en Gabón, colocarle una transmisión china y soldarla mil veces, comprendió porqué los africanos no viajan en bici: con material tan malo es imposible llegar lejos. En Namibia compró una bici nueva, aunque muy barata, y siguió viaje a la andaluza.
El camino hacia Mashhad es un infierno. Tras luchar contra un viento fuerte, ayer se levantó un temporal. Mantener la línea recta en la carretera era imposible. Vistos de lejos debíamos parecer dos borrachos. El fuerte viento lateral, cortado por los adelantamientos de los camiones, nos rompía la línea recta. Las jornadas en bici son interminables, monótonas, calurosas como si pedalearas dentro del horno. Los iraníes en esta parte del país, siendo hospitalarios, no lo son tanto como sus hermanos del norte. Convertidos involuntariamente en hinchas de la selección española de fútbol, nos enteramos que hemos ganado no se qué campeonato, aunque es el viento el que ocupa nuestra mente. Se cuela por los oídos, te seca la boca y los ojos, se lleva tus pensamientos muy lejos, donde no los podrás encontrar jamás. El viento es el símbolo de los cobardes pues golpea sin dejarse ver.
Tras el accidente en Turquía mi bici empieza ahora (meses después) a pasarme factura. Un radio roto que pude reparar sin problemas, y el portabultos trasero que lo soldé en su momento, se ha partido definitivamente. Gracias a que es de muy buen material he podido continuar rumbo a Mashad. Allí debo, inshala, obtener mi visa a Turkmenistán y el filtro de agua que mis amigos de Toursa me han enviado. Tal vez haya tiempo de gestionar el envío de un nuevo portabultos. Tal vez el roto aguante. Demasiadas incógnitas para alguien habituado a no tener que buscar respuestas. Demasiado viento para alguien que ha vivido en paz varias semanas. Pero al menos algo ha cambiado, ahora viajo con alguien tras muchos meses en solitario. Y es agradable ver como no soy el único infectado por el virus del nomadismo, por la enfermedad de La Vida.
La policia nos persigue en todos los pueblos. Sin tiempo a que bajemos de la bici nos pide el pasaporte. No les basta leerlo de arriba abajo. Quieren una fotocopia e incluso, si la máquina no funciona, se lo llevan escaneado en un cd. Aunque a veces dudo si saben leer. Un policía que hojeó veinte minutos mi pasaporte, al despedirse, me preguntó de qué país era.
Desde Damghan, dia 1322, Paz y Bien, el biciclown