sábado, 20 de diciembre de 2008

Y va el de arriba y me envía por partida doble (Nepal, 20-12-2008)


Namaste, que significa hola por estos parajes, aunque yo suelo decir: No Más Te, coffee please. Porque me estoy ahogando de tanto te con leche. El café no está tan extendido como el te por estos pagos. Aunque está muy rico con la especias que le meten

Pero entrando de lleno en el tema de hoy he de decir que en innumerables ocasiones que los ciclistas (hombres) nos encontramos en el camino solemos comentar nuestros sueños. El de dar la vuelta al mundo en bici (o la vuelta a algún continente) no lo mencionamos pues desde que lo hemos comenzado a realizar es tan nuestro como la luna llena que los amantes se regalan de madrugada. Pero, ¿cómo podría ser ese sueño más perfecto? Nos miramos y sonreímos cómplices de la misma idea. Se trataría de encontrar otro ciclista (mujer) pedaleando EN TU MISMA DIRECCIÓN. Y de tanto bromear sobre ello y de tanto pedirlo en mis madrugadas de luna llena sin más sombra que mi sombra, va el de arriba y me presenta dos rubias de ojos azules tomando un té al borde de la ruta con las bicicletas recostadas y apuntando en la dirección que yo llevo. Harto ya de que me ocurra lo que a Cenicienta a las doce de la noche, antes de acercarme a su mesa, les pregunto con mi dedo índice sobre cuál es su dirección y? BINGO. Vamos todos a Katmandú.
Que alegría, que alboroto, otro perrito piloto !!! solían decir en la tómbola de San Fermín (Pamplona) cuando alguien ganaba un premio. Su viaje es un parto. Tan sólo nueve meses, el tiempo que pueden alquilar su casa de alquiler en Holanda sin que el Gobiernos les moleste con impuestos. Han abandonado sus empleos de profesoras en la escuela de primaria y se han lanzado en bici para salvar la distancia entre el sur de la India y Singapur en nueve hermosos meses. Aunque lo tienen tremendamente difícil para pasar de Nepal a Tibet pues el Gobierno chino no da visas ni permisos, esperan lograrlo. Y si la fe no mueve montañas al menos derrite la nieve de la cima, digo yo. Nunca antes habían hecho un viaje en bici pero en África, donde estuvieron de viaje unos meses, les entró la curiosidad. En parte porque se hartaron de esperar autobuses y de ir sentadas en ellos contemplando el mundo desde la ventanilla sin poder olerlo, tocarlo ni escucharlo. Viajar en bici es mejor que tener en casa un equipo de video y sonido de última generación. La realidad es la realidad y el resto son meros cuentos para niños. Pero es que además conocieron entonces un chico, español-vasco, que viajaba en bici por el mundo y les endulzó sus oídos?, y ese chico es Lorenzo, mi amigo Lorenzo a quién yo encontré en Mozambique y ellas en Malawi (EL MISMO AÑO). Y ahora me encuentro yo con Su y Sha (divertidos nombres) años más tarde en Nepal.
Si hacía días compartía ruta con mis amigos Daisuke y Salva (moriros de envidia con esta crónica, jejejeje) ahora lo hago con dos mujeres de holanda, dos tulipanes que hacen que no sienta las piernas. Mi presencia espanta un poco a los hombres locales que antes se acercaban a ellas con un único propósito. Sobre todo en la India. Durante más de veinte kilómetros llevaban pegado a su rueda un motorista que no hacía más que emitir estúpidas risas y que trataba de tocarlas. Sin embargo esas vejaciones de una sociedad tan religiosa y tan podrida en muchos aspectos a la vez no minaba sus ganas de comerse el mundo desde la bici. Ahora que la han probado aseguran que han ganado en libertad.
La primera jornada llegamos a Lumbini, un lugar tan sagrado para los budistas como lo puede ser el portal de Belem para los cristianos o la Meca para los musulmanes. Parece probado que en el año 563 A.C. un tal Gautama Siddharta (luego conocido como Buddha), nació aquí. Hijo de Suddhodana y de la princesa Maya Devi, tenía una vida de esas que se dicen resueltas. Tras vivir veintinueve años en palacio salió por primera vez al mundo exterior y se encontró con una realidad muy diferente de la que él estaba acostumbrado. Algo parecido a cuando ves un documental del National Geographic en tu super tele plana y luego viajas al lugar de los hechos y los ves por ti mismo. Pues bien Buddha, tras el choque con la realidad exterior, se tiró cuarenta y nueve años meditando hasta llegar a la conclusión de que el sufrimiento de este mundo es provocado por nuestros deseos (de tener y de ser) y que apagando esos deseos el mundo estaría en Paz. Han pasado muchos años desde que Buddha se iluminó con esos pensamientos y a la vista está de que poseer bienes materiales es sin embargo el objetivo de la mayoría de los mortales. Yo me contentaba sólo con una holandesa, pero el de arriba, generoso o con mala leche, me ha provisto de dos.
Lumbini es un lugar de silencio, roto por los pájaros que saltan felices de bandera tibetana en bandera tibetana, por el repetitivo tambor de un monje que recita su mantra en un templo budista del que antiguos olores se cuelan por cada columna y se deslizan en un mágico avance por el suelo de mármol desgastado por miles de pisadas. Los peregrinos de todos los países caminan, descalzos, en respetuoso comportamiento encendiendo velas de mantequilla bajo el árbol del que la madre de Buddha se sostuvo antes de caer rendida y dar a luz a su hijo. Muchas pagodas se han erigido en estos campos de luz infinita y silencio exportable a la India.
Mis dos tulipanes se quedan unos días más de descanso en Tanza, un lugar alejado de la ruta desde el que se observan ya las primeras estribaciones del Himalaya vestido de blanco para la ocasión. Yo debo correr, volar casi, para llegar a tiempo a la gran cita de este mes. Mi gran amigo Roberto vuela también este viernes de Bilbao a Katmandú (por etapas y aeropuertos múltiples) para verme DIEZ DÍAS. Con ilusión voy a ese encuentro que significa tanto para mí. Un amigo de hace más de veinte años vuelve a dedicarme unos días de sus cortas vacaciones para regalarme su presencia a gastos pagados por él mismo y poder así mantener la amistad fresca como un tulipán. La amistad es uno de los mayores regalos que uno puede dejar en esta vida. Y, esta vez, cambio con gusto mis dos frescos tulipanes por el cardo borriquero de Roberto Carnicero.
Desde Katmandú, a escasas horas de abrazar al Gran Portu, paz y bien, día 1.493 el biciclown.