miércoles, 2 de julio de 2008

Algunos cambios (02-07-2008 Irán)


Veinte kilómetros después de abandonar la casa de Ali y Shabnam se veían las primeras montañas. Recorrer Tehrán sólo nos llevó unas horas. La carretera estaba llena de camiones y de coches. El arcén iba y venía como el Guadiana y el sol nos iba alargando la sombra. El viento no dejaba de soplar. En el termómetro los 45ºC eran una constante. Más de ocho litros de agua al día con solo dos paradas a evacuar. Es verano en Irán, y en el desierto que atravesamos, las nubes se han ido de vacaciones.

Salva es un granadino que ha recorrido África y va rumbo a Mongolia. Aunque tal vez no este año, pues el invierno no le va a dar la oportunidad. Quizá el que viene o ?, no hay prisa para quien ha decidido hacer de la ruta su casa. Hemos decidido pedalear juntos unos días. Nuestra ruta es coincidente y nuestra forma de ver la vida también. Salva quería pedalear por África con un material precario, como los africanos. Pero su romántica idea le abandonó en Namibia. Tras empujar la bici rota en Gabón, colocarle una transmisión china y soldarla mil veces, comprendió porqué los africanos no viajan en bici: con material tan malo es imposible llegar lejos. En Namibia compró una bici nueva, aunque muy barata, y siguió viaje a la andaluza.
El camino hacia Mashhad es un infierno. Tras luchar contra un viento fuerte, ayer se levantó un temporal. Mantener la línea recta en la carretera era imposible. Vistos de lejos debíamos parecer dos borrachos. El fuerte viento lateral, cortado por los adelantamientos de los camiones, nos rompía la línea recta. Las jornadas en bici son interminables, monótonas, calurosas como si pedalearas dentro del horno. Los iraníes en esta parte del país, siendo hospitalarios, no lo son tanto como sus hermanos del norte. Convertidos involuntariamente en hinchas de la selección española de fútbol, nos enteramos que hemos ganado no se qué campeonato, aunque es el viento el que ocupa nuestra mente. Se cuela por los oídos, te seca la boca y los ojos, se lleva tus pensamientos muy lejos, donde no los podrás encontrar jamás. El viento es el símbolo de los cobardes pues golpea sin dejarse ver.
Tras el accidente en Turquía mi bici empieza ahora (meses después) a pasarme factura. Un radio roto que pude reparar sin problemas, y el portabultos trasero que lo soldé en su momento, se ha partido definitivamente. Gracias a que es de muy buen material he podido continuar rumbo a Mashad. Allí debo, inshala, obtener mi visa a Turkmenistán y el filtro de agua que mis amigos de Toursa me han enviado. Tal vez haya tiempo de gestionar el envío de un nuevo portabultos. Tal vez el roto aguante. Demasiadas incógnitas para alguien habituado a no tener que buscar respuestas. Demasiado viento para alguien que ha vivido en paz varias semanas. Pero al menos algo ha cambiado, ahora viajo con alguien tras muchos meses en solitario. Y es agradable ver como no soy el único infectado por el virus del nomadismo, por la enfermedad de La Vida.
La policia nos persigue en todos los pueblos. Sin tiempo a que bajemos de la bici nos pide el pasaporte. No les basta leerlo de arriba abajo. Quieren una fotocopia e incluso, si la máquina no funciona, se lo llevan escaneado en un cd. Aunque a veces dudo si saben leer. Un policía que hojeó veinte minutos mi pasaporte, al despedirse, me preguntó de qué país era.
Desde Damghan, dia 1322, Paz y Bien, el biciclown