viernes, 28 de diciembre de 2007

Donde quiera que estes


Fecha: 28/12/2007
Lugar: Amman-Jordania


Pocas veces me he puesto a pensar cuáles serían los sentimientos de la persona que un día perdió a Maxi. Ocurrió hacia finales del dos mil uno. Yo la encontré en un camino y desde entonces ha viajado conmigo: Sudamérica, África, pero no Asia. Gal acababa de darle un nuevo baño de pintura. La había dejado reluciente.


Para evitar que sufriera en el traslado en autobús hacia la frontenra jordana, decidí llevarla conmigo arriba, en los asientos. Al llegar a la frontera, de repente vi a alguien sacando mis alforjas del autobus, y salí disparado. No sabía a dónde se las llevaban. En mi huida debí olvidar a Maxi en el asiento. Y aunque volví veinte minutos más tarde a por ella, ya había partido, volando, pilotando su avión. Había encontrado nuevo dueño. Dos días más tarde volví por la frontera, pero nadie la había visto. Puedo decir que un pequeño vacío se ha instalado en mi estos días. No tanto por la pérdida, pues se que estará en buenas manos, como por no haber sabido cuidar de ella, por mi despiste. Maxi veía cosas que a mi me pasaban desapercibidas. Ahora tendré que estar más atento. Tenía muchos amigos, y quiero pensar que los seguirá teniendo, incluso más. Donde quiera que esté espero la sepan cuidar, como hizo Mauricio en Brasil, Pencho en Ushuai, Kuro el japonés en Kenya, y tantos otros. Mejor de lo que yo he sabido hacer. Maxi no volará a Asia.
Tras la pequeña incursión en los territorios ocupados descubrí un país mucho más parecido a Europa que a Oriente Medio. Precios europeos y niveles de vida altísimos. Gracias a los amigos de la warmshowerlist pude alojarme gratis y conocer por ellos la realidad de un país militarizado. Pero debía regresar rápido a Amman, porque el 23 iba a ser un gran día. En primer lugar tenía la oportunidad de desembalar de nuevo a mi payaso. Gracias a un contacto por email contacté con Rabea. Un chico que, con 26 años, ha desarrollado una gran iniciativa en un pueblo llamado Ghour Mara´a a orillas del mar muerto. La población de allí es en su mayor parte beduina, y su piel es de color oscuro. Por una política que no se sabe quién ha marcado, nunca un miembro de esa comunidad y con ese color de piel ha ocupado un cargo relevante en el gobierno jordano. Esto me lo contaba Rabea durante las casi dos horas de viaje desde Amman, el mismo dia de espectáculo. Yo no había podido ocuparme de los detalles de la organización, pero él me decía que todo estaba preparado. Incluso habían construido el escenario que había pedido.
¿Cómo construido?
Sí- me respondió- han construido, en cemento, en menos de dos dias un escenario de ocho metros por cuatro para tu espectáculo.

Los miembros y dirigentes de esa comunidad son en su mayoría musulmanes, pero nunca han cuestionado la religión ortodoxa griega de Rabea. Él piensa que la ayuda no puede consistir en meras donaciones, sino en cambios. Los que ofrecen dinero o ropas a la comunidad, asisten a la elaboración del pan, o a la construcción de una casa, y así aprenden algo. Hay un intercambio, y se llevan una memoria, un recuerdo de ese día. Por eso su proyecto se denomina Zikra, que en árabe significa memoria.
El día del show había por lo menos 400 personas, de carácter muy alegre y participativo, gente muy humilde que no quería que el show terminara. Me siento muy agradecido a Rabea por haberme dado la oportunidad de conocer esa pequeña comunidad del Mar muerto que vive de la venta durante cuatro meses de tomates.
Ese mismo día, horas más tarde iba al aeropuerto a buscar a mi amigo Roberto y a su chica Laura. Habían volado desde Navarra para pasar conmigo cinco días, los días de navidad. Días más tarde recorría con ellos el camino hacia Petra para la visita de rigor, y paramos en el pueblo donde actué, a comprar un poco de pan. Los chicos de la panaderia me reconocieron y contaban a otros que no habían asistido al show, como yo sacaba pañuelos de la boca o sostenía un palo en equilibrio. Fue muy satisfactorio para mi ver cómo la risa brotaba a sus caras, solo con recordar lo que habían visto días atrás.
Sponsorizado por Roberto y Laura he vivido estos día, cometiendo algunos excesos gastronómicos y robándole horas al sueño, para disfrutar de la compañía de estos amigos. El día 25 de diciembre Roberto se levantó con una brillante idea: iríamos a Belém, a ver el portal. Aunque el viaje fue relámpago y con algunos problemas en la frontera, llegamos a la Iglesia de la Natividada, en cuya gruta dicen (todos menos ahora el Papa), que nació Jesús. Multitud de razas se amontonaban en un seudofila para entrar en la gruta, mientras afuera se oía cantar Campana sobre campana hasta en español.

En Petra disfruté de una de las maravillas del mundo. Una caminata de más de ocho horas, iba dejando al descubierto hermosas fachadas funerarias y religiosas, labradas en una piedra multicolor, que iba cambiando de tono a medida que el sol iba recorriendo el cañón de arenisca. Las mujeres beduinas trataban de vender sus collares y monedas nabateas, y también se servían de sus niños para ello. Yo no podía resistir hablar con esos pequeños cuyos mocos les colgaban perennes como estalactitas, y tratar de arrancarles algunas risas cuando ellos se acercaban para arrancarme algunos dinares.

El sol se retiraba ya, y quedaba regresar a Amman. Pronto mis amigos se irán y yo emprenderé rumbo a Damasco, Siria, afortunado por haber conseguido la visa de este país. Allí recibiré el dos mil ocho y trataré de hacer algún espectáculo o preparar el que con certeza ofreceré en Beirut.
Sigo tratando de contactar con los Institutos Cervantes de esos países, pero parece que no están por la labor de responder mis mails. Yo lo intento, como visitar mis Embajadas, por más que en algunas no consiga pasar del hall de entrada.
Mañana emprendo rumbo, feliz por lo provechoso de estos pocos días en Amman, por la visita de mis amigos, por el buen espectáculo, por la ayuda de Rabea, y porque Maxi tiene nueva familia. Desde Amman, Paz y Bien también para el 2008, día 1135, el biciclown.