viernes, 30 de mayo de 2008

El pasaporte (Irán. 30-05-2008)


El día que crucé a Irán, ese librito que te identifica frente a las autoridades, iba a ser el protagonista de la jornada. Es ya el tercero que llevo desde que mi alma tiene forma de bicicleta. Imaginaba que con la visa de Irán obtenida en Georgia el cruce de la frontera sería cosa sencilla. Sin embargo casi me quedo en tierra de nadie. Ni para adelante ni para atrás.

Acababa de salir de Azerbaján, un país que he recorrido rápido. Creo que es el único país en el que no me he detenido siquiera un sólo día a descansar. Gracias a los contactos obtenidos en
couchsurfing me reencontré de nuevo con miembros de Peace Corps: la Ong del Gobierno norteamericano. Con algunos de ellos estuve en África. Son en su mayoría jóvenes que, una vez terminada la universidad, deciden dedicar un par de años de su vida a vivir en un país bien lejano, implementando algún pequeño proyecto o simplemente enseñando inglés en las escuelas. Son voluntarios y su salario no supera los doscientos dólares mensuales. Al regresar a su país tienen ciertos privilegios para encontrar trabajo dentro de la Administración, pero lo más importante es la enorme experiencia que viven, inmersos en una cultura, de la que aprenden la lengua y las costumbres, a la vez que dan a conocer a los locales otro Estados Unidos diferente al de las series de televisión. He adaptado mis jornadas de pedaleo a los pueblos en los que había voluntarios de Peace Corps, y para ello algún día he tenido que estirar mis piernas hasta los ciento veinte kilómetros. El paisaje es una inmensa llanura en la que los azerbajanos se sientan a mirar sus cuatro vacas o sus treinta ovejas, O SUS YAKS. Por primera vez he visto este animal cuya cara es tan cómica como la del gran Gila.
El último día en Azerbaján no tenía lugar para descansar y el fuerte viento de frente me obligó a parar en una gasolinera en construcción. Sus dueños, reloj dorado y dientes de igual color, me ofrecieron un té. Una vez respondida su batería de preguntas, un poco en turco y un poco en ruso, les planteé la posibilidad de dormir ahí. Se hicieron un poco los orejas pero el viento reinante no me iba a mover del sitio, así que dejé que pasaran las horas hasta que se hizo pantente que, esa gasolinera, era mi casa esa noche. Los currantes, mucho más atentos que sus patrones, me trajeron en seguida un poco de agua para lavarme y hasta algo de comida. Juntos compartimos la cena dentro de lo que en unos meses sería la cafetería pero que, ese día, era mi guarida.
A la mañana siguiente el viento se había puesto a mi favor y volé hasta Belosovuar, aún en Azerbaján. Intenté buscar hotel pero solo había dos. En el barato doblaron el precio a lo Miguelito de Mafalda en cuanto abrí la puerta, y cuando les dije que llamaría a la policía, me dijeron que no había sitio. Estaba claro que la puerta para salir de Azerbaján estaba abierta. A sólo dieciocho kilómetros se encontraba la otra Belosavuar: la iraní. Sin la ayuda del viento llegué a la aduana. Los oficiales me ofrecieron algo de comer en la cantina que regentaba un matrimonio. Un rico tomate con carne picada dentro, igual que la berenjena y el pimiento verde. Una delicia. Para acompañarlo un poco de yougurt. Hacía tiempo que le había entregado mi pasaporte a un Oficial y cuando fui a buscarlo no le encontré. Tardó un rato en llegar sonriendo con mi documento en una mano y pipas de girasol en la otra. Tras un par de controles más me lo devolvieron. Entonces no me fijé. Salí de Azerbaján y recorrí los quinientos metros hasta la frontera iraní. Al sacarlo del pantalón para dárselo al funcionario iraní con uniforme color verde hospital, caí en la cuenta. Estaba roto. Los policías azerbajanos habían despegado las pastas del lomo. Las tapas estaban sueltas. Se lo dí al policía iraní como si aquello no tuviera importancia y no tardó en devolvérmelo. No hablaba ni una palabra de inglés, y yo ni media de farsi, pero fue claro en sus deseos. Con ese pasaporte no podía entrar en Irán. Me acompañó hasta la línea fronteriza y saludó formalmente a su compañero azerbajano. Tan sólo una baldosa en el suelo separaba sus zapatos nacionales. El azerbajano los tenía más limpios, y su uniforme tenía mucha más prestancia que el de su colega iraní. Este en vez de gorra de plato llevaba una gorra de colegial americano. Le contó el problema a su homónimo y éste me hizo una seña para que cruzara de nuevo con mi bici a tierra azerbajana. Pretendía que desandara los quinientos metros y le contara mi problema a quien me lo había roto. Sabía que ese camino no tenía buen final. Como luego me chivó el colega iraní, los azerbajanos negaban que ellos lo hubieran roto. La Embajada más próxima para hacerme un nuevo pasaporte estaba en Moscú. Aunque traté de hablar con el Oficial de rango superior iraní, este tampoco hablaba inglés y me devolvió, por segunda vez, a suelo azerbajano. Recosté la bici a la sombra y abrí la alforja que no suelo abrir pues en ella hay cosas que no suelo utilizar. Saqué un poco de pegamento y traté de arreglar lo mejor posible el maldito pasaporte. Aguardé media hora a que secara y volví a cruzar hacia suelo iraní. Le tendí el pasaporte al mismo funcionario iraní que una hora antes me lo había devuelto, con la esperanza de que no lo abriera de golpe y el pegamento surtiera efecto. Milagrosamente el pasaporte no se despegó. Me hizo pasar a su oficina y tras inquirirme cuál es mi nombre y cuál es mi apellido, me hizo abrir todas las alforjas y vaciar su contenido. No me importó tanto hacerlo como aquélla vez en la frontera de Angola-Namibia. Con tal de entrar en Irán... Una vez terminó de inspeccionar el contenido me volvió a hacer pasar a su oficina y me sirvió un plato de arroz con lentejas y yougurt. No tenía hambre, sólo nervios, pero lo devoré. Mientras yo terminaba la comida él se cambiaba de ropa. Por señas me indicó que le siguiera. Afuera, tras un par de intentos, arrancó su viejo y despintado coche y me acompañó a la ciudad a buscar hotel. Previamente había llamado a un cambista que se hizo cargo de mis últimos manares azerís y los convirtíó en moneda iraní. Supongo que a un cambio aceptable. El oficial irani me llevó hasta el centro de la ciudad y me mostró el internet. Cuando le dije mi presupuesto para el hotel me condujo hasta un parque. Allí había una familia viviendo en una tienda de campaña. Parece que ese era el lugar más barato. Pero rechacé la invitación. No iba a acampar en mitad de la ciudad. Entonces arrancó de nuevo su coche, esta vez a la tercera, y me condujo hasta un Hotel cerca de la frontera. Seguro que estaba lejos de mi presupuesto, pero al intentar averiguarlo me dijo que no me preocupara. La aduana o no se quién lo pagaría. Pero no yo. Se negó a que me sacara una foto con él y se fue, tras arrancar su coche, mientras yo le decía sonriendo: Pasaporte, Pasaporte, Pasaporte.
Aquí debería acabarse la historia. Algo horrible con buen final, y sin embargo, había un final peor.
El dueño, o lo que sea, del hotel se quedó el pasaporte para anotar los datos. Al salir a la ciudad a buscar internet se lo pedí. Me lo dió, pero al regresar y subir a la habitación, vino a pedírmelo de nuevo. Le dije, aunque no hablábamos la misma lengua, que el pasaporte dormiría conmigo. Violentamente amenazó con llamar a la policía. Agarró mi bici para sacarla de la habitación, pero se lo impedí. Se fue gritando y cerré la puerta. Tras venir dos veces más, al final regresó con la policía. Pero tampoco hablaban inglés. Les expliqué lo mejor que pude que ni el mejor Hotel del mundo, ni en el peor, ni el país más bananero, se quedan con tu pasaporte, a lo sumo con una copia. Les ofrecía esta pero tampoco la querían. Sólo querían que empaquetara y me fuera del hotel. Eran las nueve de la noche y la tormenta que llevaba todo el día amenzando, había empezado a caer. Dentro y fuera del hotel. Tras una fuerte discusión consiguieron que viniera alguien que hablaba inglés. Un profesor iraní que vive en Azerbaján que sufre su propio país. Consiguió traducirles mis problemas con el pasaporte ese día, pero los muy zoquetes seguían empeñados en que el pasaporte debía quedar toda la noche en poder del recepcionista. Eso o que yo me fuera del hotel. Dispuesto estaba a irme cuando mi interpreté consiguió traducirles mis últimas impresiones y aceptaron a que les entregara la copia. Acompañado de tres policías y un coche escolta fuimos a una imprenta. Al intentar pagar la copia el policía me detuvo diciendo: NO, LA POLI NO PAGA. Lo siento por el de la imprenta. Volvimos al hotel, le di la copia al imbécil del hotel, y luego la mano, y subí a mi cuarto. Una hora más tarde, ya las diez y media, subió de nuevo el energúmeno que me complicó la vida con el pasaporte a ofrecerme disculpas, te y comida. Acepté las primeras y rechacé lo demás. Sólo quería dormir y salir de ese pueblo fronterizo de mala energía. Y eso que, mientras lo había recorrido buscando internet, no pude pagar los tomates, ni los plátanos, ni la galletas. Los dueños de las tiendas sólo querían sacarse conmigo una foto con sus móviles. Lamentablemente no pude encontrar internet para la videoconferencia del Segundo Congreso Catalán de la bici, ni tampoco me llamaron al teléfono a la hora acordada a pesar de haber estado aguardando, por lo que no pude participar.
Ahora guardo el pasaporte bien cerca y pienso que, sin ese estúpido librito, estoy más perdido que Robinson sin su isla.
Desde Irán, Paz y Bien, inshalla, día 1290 el biciclown.

martes, 27 de mayo de 2008

La hospitalidad azerí / Azeri hospitality (Azerbajan 27-05-2008)


En un día salí de Tbilisi y puse las ruedas de kogadonga en Azerbajan. La frontera natural es un río y al llegar a Azerbaján uno piensa que ha retrocedido unos cuantos años. Más o menos 30. Oficiales con gorra
de plato tipo paellera y con desgastados uniformes se arremolinan fuera de los containers metálicos que sirven de aduana. Militares barbilampiños que bien podrían ser mis hijios me preguntan por qué he visitado Armenia.

I left Tbilisi and set up the new wheels of Kogadonga in Azerbajan. The natural border is a river and when you get to Azerbaján you think you are some years behind. 30 approx. Civil officers wearing a kind of paella pan hat and weary uniforms outside those metallic containers, customs. Military men with a beard, not neat though, they could be my children, asking me why I have come to Armenia.


"A beber coñac", les respondí con tranquilidad. Para pasar esas fronteras tan exsoviéticas la calma es la que debe imperar. Hasta tres gorras de plato se llevaron mi pasaporte hasta devolvérmelo con el sello verde de entrada.
La carretera rota cruzaba un vertedero y delante, por una carretera vacía, Azerbaján me daba la bienvenida. Pocos coches y muchos caballos. Algunos pastando libremente pero la mayoría trabajando la tierra o tirando de carromatos. Los pilotos muchas veces niños que ya de pequeñitos han encontrado trabajo.
La primera noche la pasé acampado con las vistas de grandes praderas y la luna jugando al escondite con las nubes. Estaba demasiado cansado para cocinar, así que me metí en el saco con un te caliente.
Los azerbajanos son bien hospitalarios. Mientras discutía el precio de unos melocotones (dos euros el kilo) un chico de veintitrés años se acercó a pagarlo. Al tiempo que medio en ruso medio en turco me ofrecía ir a su casa a descansar. Parecía buena persona así que acepté.
Vivía en una nave junto con otros 8 compañeros. Trabajadores en un complejo olímpico que el gobierno está levantando. En realidad no es más que un polideportivo cubierto con capacidad para mil personas tirando por lo alto, pero lo llaman complejo olímpico. En fin.
Lo cierto es que mi mentor no solo me dio comida, sino también me ofreció la ducha y la dormida. Por la noche el cuarto se pobló de currelas que se intercambiaban su salario jugando al bingo. Para cenar probé una de las delicatessen de la cocina caucasiana: dolma. Unas hojas de vid, cocinadas, que a modo de rollitos de primavera contienen arroz o carne. Un manjar.
Todavía resuena en mi retina las imágenes de Lee. Menudo chino. Once años de carretera y un material con el que nadie haría ni el Camino de Santiago. Pero la ilusión y sobre todo la determinación son sin duda el mejor esponsor. Me considero un afortunado de contar a mis espaldas con tan grandes esponsores que me han dado el mejor material y toda su confianza. Sin pedir nada a cambio.
El día treinta de mayo a las cuatro y media hora de España en Barcelona habrá una videoconferencia en directo con el Biciclown antes de salir de Azerbajan.
Desde Barda, día 1285, Paz y Bien, el biciclown.

"to drink whisky", I said calmly. To cross these former-Soviet borders you have to take it easy. Three different people had a look at my passport to stamp it.
Azerbajan finally said hello: the road, broken, cycling through a set of rubbish containers and then an empty road ahead. Few cars, many horses. Some pasturing freely and others working the land or pulling the carts. The pilots: mostly kids who have found their first job.
I spent my first night in my tent looking at prairies and the moon playing hide and seek with the clouds. I ws too tired to cook so I just had some hot tea.
People are very warm here. While negotiating the price of some peaches (two euros a kilo) a 23 year old guy came to pay for them, he even offered to put me up. He seemed to be a nice person, I accepted.
He lives with other 8 colleagues. They all work at an Olympic venue the government is building. In fact it is just an indoor sport facility, with up to 1000 seats, but they call it Olympic venue. Anyway.
The truth is that he even offered me some food, and also a shower and a bed. At night, all the workers came into the room, exchanging their salary playing bingo. For dinner I tried some delicatessen from local cuisine: dolma. Some wine leaves, cooked, as if they were spring rolls, stuffed with rice or meat. Great!
Lee still comes to my mind once and again. What a guy!. Chinese, eleven yearson the road and with really bad material. You would not even do the Pilgrimage way on that. But his will and his determination are his best sponsors. I am lucky to have so many people behind me and supporting me without having to give them anything in exchange. Great!
The 30th of May at 16.30pm in Spain, in Barcelona, there is a live conference of Biciclown before leaving Azerbajan.
From Barda, day 1285, Peace and Well Being, the biciclown.

jueves, 22 de mayo de 2008

Un show que no esperaba / A non expected show (Armenia. 22-05-2008)

En el metro que hemos tomado para llegar a la sede de Cáritas, a las afueras de Tbilisi, dos niños han entrado a cantar. En realidad han venido a pedir dinero, pues no cantaban ni media estrofa y ya se bajaban. Me he colocado mi nariz de clown y, al menos, les he arrancado unas sonrisas. Ellos no vendrían a mi espectáculo que tendría lugar una hora más tarde en una calurosa sala de la tercera planta de Cáritas.

In the underground towards the Charity Organization, two kids got onto sing. They were asking for money, sang little and got off. I put on my clown nose and at least I made them smile. They were not coming to my show an hour later at Cáritas facilities.


El público estaba compuesto por casi cien huérfanos a los que esta organización ayuda y bastante gente adulta de las clases más desfavorecidas. También estaban entre el público Roberto (que ha tomado las fotos), Eka su mujer y sus dos hijas: Francesca y Eva. Es la familia que me ha ayudado en Tbilisi. Y lo han hecho desde el primer día, compartiendo conmigo sus comidas, su lavadora, su TODO. No nadan en la abundancia. Al día un poco de pan para desayunar y varios tes con los que alargar el momento de sentarse a comer. Cuando este llega una rica sopa rusa, o Pasta con pescado si hay suerte. Las niñas comen todo, no dejan ni las sobras y son felices. Pienso en los niños de España (en mi mismo sin ir más lejos) que hacíamos ascos a la comida. Todas las noches algún amigo se deja caer por casa con algún dulce con el que acompañar la conversación.
Camino del espectáculo le decía a Roberto (en italiano que es la lengua que hemos elegido para comunicarnos) que no tenía pensado hacer ningún espectáculo en Georgia. Mi energía estaba centrada en reponerme de las heridas del accidente (más morales que físicas), en gestionar visados, y en hallar una ruta por la que atravesar el invierno en Asia Central. Fue de él la idea de contactar con Cáritas y se lo agradezco enormemente. Aunque ahora me duelan los brazos y los hombros, aunque esté cansado como si fueran las doce de la noche y sean solo las seis. Es un cansancio de risa.
Hace un mes contacté con la Embajada de España en Moscú, encargada también de gestionar Georgia. Hoy, UN MES MÁS TARDE, me responden con un ? Estimado señor el cónsul honorario en Georgia es fulano de tal y cual. Qué pelotas están haciendo en Moscú para ser tan poco diligentes. Es increíble la mediocridad que hay en el mundo y como el ser humano convive con ella como si fuera lo más normal. Me resisto a pensar que quien escribió ese mail es un ser humano. Debe ser más bien una máquina que a las tres se va a casa a almorzar sin importarle un comino cómo ha hecho su trabajo.
Esta mañana, antes de prepararme para el show, he ido a la Embajada de Irán. Aunque primero había que reparar el primer pinchazo en la rueda delantera tras casi ocho mil kilómetros. Irán me ha dado la visa por un mes y por 90 euros. El viernes solicitaré la de Azerbajan y de nuevo volver a la ruta. Esa casa sin puertas ni ventanas en donde habitan por igual personas encantadoras como Roberto y Eka y mediocres funcionarios como algunos que trabajan en la Embajada de España en Moscú. El sol y la lluvia comparten terreno de juego. Sin subidas no hay bajadas y, en fin, me siento cada día un poco más libre, un poco menos atado al calendario, un poco más afortunado de seguir siendo protagonista de MI SUEÑO.
Desde Tbilisi, día 1281, Paz y Bien, el biciclown.

100 kids, alone in the world, were there, and many adults from the least favoured groups. Also Roberto (taking pictures) his wife and two kids: Francesca and Eva. The family that helped me in Tbilisi. They shared EVERYTHING with me although have little. The girls eat everything on the plate, they are happy kids. I think of the kids in Spain, we were so spoiled always complaining about food!.On the way to the show I told Roberto (in Italian) that I was not going to do any show in Georgia. I was investing my energy to recover from the accident (more moral scars really) and finding a route to cross Central Asia in winter.Now I am tired, although it is only 6 pm, but tired from laughing.
A month ago I contacted the Spanish Embassy in Moscow. Today, A MONTH LATER, I got a mail . What the hell are they doing all day? It is incredible. Human beings are like machines, they leave work without thinking of the people who need them.
This morning, before going to the show, I visited the Spanish Embassy in Iran. Iran has given me a visa for a month, after paying 90 euros. On Friday I will apply for the one for Azerbajan and again off on my bike. Sun and rain are sharing my days here, and Roberto?s great family. Every day I feel a bit more free, less tied to agendas, I bit luckier to continue my DREAM.
From Tbiliti, day 1281, Peace and Well Being, the biciclown.
100 kids, alone in the world, were there, and many adults from the least favoured groups. Also Roberto (taking pictures) his wife and two kids: Francesca and Eva. The family that helped me in Tbilisi. They shared EVERYTHING with me although have little. The girls eat everything on the plate, they are happy kids. I think of the kids in Spain, we were so spoiled always complaining about food!.On the way to the show I told Roberto (in Italian) that I was not going to do any show in Georgia. I was investing my energy to recover from the accident (more moral scars really) and finding a route to cross Central Asia in winter.Now I am tired, although it is only 6 pm, but tired from laughing.
A month ago I contacted the Spanish Embassy in Moscow. Today, A MONTH LATER, I got a mail . What the hell are they doing all day? It is incredible. Human beings are like machines, they leave work without thinking of the people who need them.
This morning, before going to the show, I visited the Spanish Embassy in Iran. Iran has given me a visa for a month, after paying 90 euros. On Friday I will apply for the one for Azerbajan and again off on my bike. Sun and rain are sharing my days here, and Roberto?s great family. Every day I feel a bit more free, less tied to agendas, I bit luckier to continue my DREAM.
From Tbiliti, day 1281, Peace and Well Being, the biciclown.

100 kids, alone in the world, were there, and many adults from the least favoured groups. Also Roberto (taking pictures) his wife and two kids: Francesca and Eva. The family that helped me in Tbilisi. They shared EVERYTHING with me although have little. The girls eat everything on the plate, they are happy kids. I think of the kids in Spain, we were so spoiled always complaining about food!.On the way to the show I told Roberto (in Italian) that I was not going to do any show in Georgia. I was investing my energy to recover from the accident (more moral scars really) and finding a route to cross Central Asia in winter.Now I am tired, although it is only 6 pm, but tired from laughing.
A month ago I contacted the Spanish Embassy in Moscow. Today, A MONTH LATER, I got a mail . What the hell are they doing all day? It is incredible. Human beings are like machines, they leave work without thinking of the people who need them.
This morning, before going to the show, I visited the Spanish Embassy in Iran. Iran has given me a visa for a month, after paying 90 euros. On Friday I will apply for the one for Azerbajan and again off on my bike. Sun and rain are sharing my days here, and Roberto?s great family. Every day I feel a bit more free, less tied to agendas, I bit luckier to continue my DREAM.
From Tbiliti, day 1281, Peace and Well Being, the biciclown.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Armenia, chapa y pintura / Body work and painting (Armenia. 21-05-2008)

"La espera forma parte de la alegría", dice el gran Rosales, y el día que me den la visa de Irán saltaré de contento. Pero de momento la espera desespera y por eso he decidido abandonar la capital de Georgia y darme un rodeo de casi mil kilómetros por Armenia, su vecino del sur. La visa de Armenia te la dan en el acto en la frontera (entiéndase en el acto de pagar 15.000 drams que al cambio son 33 euros).

Waiting is frustrating. While waiting for everything to be ready for my show in Georgia I have decided to visit its neighbour, Armenia, around 33 euros to get the "pass" to get through!


He decidido darme ese garbeo además para no abusar de la familia que me ha acogido tan amablemente en Tbilisi, Roberto y Eka. Esta joven pareja de 28 años tiene dos hermosas hijas de 7 y 2 añitos, encantadoras. En su casa, de una sola estancia, hemos convivido durante unos días. Ese tiempo que me ausento de Georgia es el que Cáritas de Tbilisi precisa para ir organizando el espectáculo que ofreceré la próxima semana allí para casi trescientas personas: niños y jubilados de las clases más humildes de Georgia. La mañana soleada que acudí con Roberto a hablar con la responsable de Cáritas no parecía muy animada. Para que la actuación salga bien es necesario un espacio un poco amplio, donde yo pueda actuar a la vista de tanta gente. Cuando le hablé de construir un pequeño escenario me dijo que era imposible. Como ya llevo unas cuantas batallas (en concreto desde el año 2.001) le dije que sin ese requisito no podría tener lugar el espectáculo por motivos de seguridad. No pareció molestarle mucho. Al menos no mucho más que a Roberto que no entendía como la mujer podía dejar la oportunidad de que un espectáculo así pudiera tener lugar por culpa de un pequeño escenario. Antes de que llegáramos a la casa, tras casi una hora de autobús, la responsable de Cáritas ya le había llamado tres veces a Roberto ofreciéndole en cada llamada construir un escenario cada vez mayor, hasta alcanzar las medidas mínimas que yo le había sugerido.
Yo pongo la diversión pero está claro que los demás tienen que poner algo de su parte. Aún recuerdo con ciertos escalofríos el espectáculo en un campo de refugiados de Kigoma en Tanzania que tuve que suspender porque los organizadores no hacían nada para evitar que las personas cercanas al escenario no acabaran aplastadas. En su mayoría eran niños.
Sin colaboración en el camino es cierto que yo no podría haber conseguido ni la mitad de mis logros. Hace poco alguien dejaba un mensaje en el foro que en Georgia había un proyecto de Médicos sin Fronteras. Escribí un mail a la organización ofreciendo la posibilidad de hacer mi espectáculo para sus beneficiarios de un programa de tuberculosis en Tbilisi. No en vano ya colaboré con ellos, o ellos conmigo, en Lobito-Angola, en Dar es Salam- Tanzania..., pero no he recibido respuesta. Una vez más no comento esto como queja sino para hacer ver que las cosas muchas veces no son como nos las pintan en la publicidad. No creo en las Ongs sino en las personas que las sustentan en las sedes locales y cuanto más grandes y más recursos tienen más se parecen a Supermercados. Sigo prefiriendo los mercados de pueblo donde te venden cien gramos de azúcar a los engañosos descuentos de los grandes Supermercados.
La ayuda para ese show en Tbilisi ha venido de parte de una modestísima familia. Ella pintora y él gestor de páginas webs. Ellos también me han facilitado el contacto de una familia en Yerevan, la capital de Armenia, donde puedo descansar.
Pero para llegar a la ciudad rosa (así conocida por el tipo de ladrillo usado en la construccion de la mayoría de los edificios) he tenido que superar largos puertos de montaña de más de dos mil metros de altitud. Y de nuevo la policía. La primera noche en Armenia, como ya me ocurrió en Turquía, de nuevo vino a visitarme a la tienda. Lo mejor para que te dejen en paz, ya lo he aprendido, es hablarles en español, sonreírles y darles conversación. De la postura firme y militar del inicio pasan a la cercanía y complicidad que crea la risa. Al final, como suele ocurrir, me dejaron por imposible y se fueron. Aunque regresaron a las tres de la mañana, tal vez con otras intenciones.
Armenia fue el primer estado del mundo en adoptar la religión apostólica, introducida por dos apóstoles del Maestro, y ello ha dejado un reguero de Iglesias por todo el país. Siempre construidas en lo alto de la montaña desde donde las vistas son insuperables. Aunque durante los años de ocupación soviética muchas fueron convertidas en bibliotecas o simplemente destruidas. Cuando alcancé la Iglesia de Haglapat, un domingo soleado, aún no había terminado el ritual oficio que un cura, barbudo como un Papa Noel, iba conduciendo guiado por un angelical coro de voces femeninas. En ocasiones nada mejor que una bici para llegar en el momento oportuno.
A Tamanyan le encargaron el diseño de la ciudad de Yerevan, sobre una explanada con cuatro casas que pronto seria la capital de ese milenario estado que ha sufrido un intento de exterminio a principios del siglo XX por parte de los turcos. Pero al bueno de Alexander, en cuanto murió, lo dejaron de lado. Él había proyectado un círculo central de edificios rodeado por parques y canales, pero sólo se puede ver ahora un semicírculo. Hermoso en cualquier caso. Mas Yerevan no representa la Armenia arquitectónica que he conocido. Mucha gente vive en carromatos, cuando no los utilizan como comercios. Carromatos de metal, oxidados por la lluvia que no deja de caer, cuando no es la nieve. Incluso a finales de mayo como tuve ocasión de sufrir al coronar un paso de más de dos mil cuatrocientos metros. Ya casi anochecía cuando una nueva falsa cumbre se reveló como la definitiva. Llevaba más de tres horas subiendo y sólo mi altímetro me confirmaba que los falsos repechos que debía superar estaban lejos de la verdadera cumbre. Una vez arriba, con la bici cubierta de nieve, no cabía otra alternativa que el descenso. Perder altura significaba ganar algo de calor, pero ¿dónde dormir? Unas caballerizas parecían la solución, aunque al acercarme a lo que parecía un establo me llené de asombro. Era una construcción del siglo XIII, semiabandonda. Sobre sus sólidos muros de piedra la hierba ya había encontrado acomodo. Ninguna puerta defendía la entrada. En el interior algunas imágenes de la Virgen María y cientos de velas derretidas sobre las piedras. El lugar era bastante tenebroso, frío y, debo confesar, que sentí cierto miedo. Al menos respeto, pues no sabía si las grandes losas del interior eran tumbas. Pero afuera nevaba y no me quedaba más que pasar noche allí dentro, solo o en compañía. Días más tarde me enteré que había dormido en un Hotel del siglo XIII. Un karavansaray. Una posada para los viajeros que cruzaban este paso en su camino a Oriente por la ruta de la seda. Parecía que no podía haber elegido mejor lugar para descansar. A la mañana siguiente un cielo completamente azul se recortaba sobre los picos nevados. Bien abrigado, pues a pesar del sol hacía un frío de mil demonios, descendí el valle. Cerca el río me detuve a calentarme y a echar una cabezadita. Son de esos placeres que el camino te depara. Como la visión del grande y del pequeño Ararat. La montaña a la que Noé ascendió para salvarse del diluvio. Viendo la nieve que la cubre y sus casi cinco mil metros se hace difícil creer que Noé subiera hasta allí arriba con el arca y la pareja de elefantes y demás bichos.
Llegué a Yerevan días más tarde y conocí a Ara y Arturo, los amigos de Roberto. Su padre recientemente fallecido era un gran pintor. Ara también estudió Bellas Artes, pero se la jugó al arte abstracto y no ha tenido de momento mucha suerte. Ellos me ayudaron enormemente en mis días en Yerevan, donde realicé una entrevista en la Radio y para dos revistas. Una publicada en armenio y la otra en ruso. Este último idioma me acompañará mucho tiempo por lo que he decidido aprender algo. Por un euro conseguí un diccionario inglés-ruso y empiezo a familiarizarme con el alfabeto. El armenio lo dejo por imposible. Una lengua creada por Mashtots en el año 405 y de parecidos caracteres al amárico en Etiopía. Tuve la suerte de estar en Yerevan la jornada de puertas abiertas en los Museos. Así pude contemplar las hermosas obras de Alexander Bazubeuk o del modernista Georgi Yakulov o la sensual Salome pintada en 1907 por Vardges Surenyants. Al mediodía la periodista de la radio me invitó a su casa donde su madre me regaló una estupenda comida tipicamente Armenia. Una sopa que resucita a un muerto y mucha verdura. De postre café y dátiles. A la noche una pintora nos invitó a su casa y allí probé el famoso coñac de Armenia. Juro que solo lo probé. No soy aficionado al alcohol y al día siguiente debía superar otro paso de más de dos mil metros a la salida de Yerevan. Durante mis días aquí he hallado además la ruta que podré hacer los próximos meses cruciales por varios motivos: el invierno en Asia Central no admite errores y los visados hay que pedirlos con bastante antelación.
Desde un carromato abandonado, que como casi toda Armenia precisa de una mano de chapa y pintura, día 1280, Paz y Bien el biciclown.

P.D. Los de Punto Radio no me han avisado con suficiente antelación de la suspensión de las entrevistas los pasados lunes y por tal motivo no he podido anunciarlo. He decidido suspender las entrevistas de momento.

P.D. Me ha llegado la noticia del fallecimiento de Mr. Chops como yo le llamaba. Él me ayudó en mi paso por Maracaibo-Venezuela en el 2.002. Mi suerte fue conocerle, y mi mala suerte es no poder volver a verle. ¿Por qué será que la vida nos deja a veces con cara de estúpidos?
I have decided to wander about a bit not to take advantage of the family that has put me up in Tbilisi, Roberto and Eka and their two daughters. They have been really nice to me. Their house is tiny, but so cosy, just one room for all. This is the time Cáritas need to prepare my show for almost 300 people: kids and pensioners, the most humble in Georgia. At the beginning people in Cáritas were not very enthusiastic but little but little we got everything: the venue, the stage needed? everything ready for my show!.
I provide fun and my mastery, but they have to help out too. I remember the day of the show at the refugee camp in Kigoma, Tanzania, I had to cancel it because the organizers did nothing to prevent people from getting on the stage, they were getting on top of each other.
Collaboration is a key element. Sometimes it is not easy, like the mail I wrote to Doctors without borders offering my show in Tbisili, no answer so far. I do not believe in NGOs, but in the human beings behind them. The bigger the NGO the more they look like supermarkets. The family in Tbisili has also given me a contact of a family in Yerevan, Armenia.
To get to the pink city, so called because of the bricks they use for their buildings, I will have to cycle up some ports, more than 2000 altitude. My first night in Armenia I was visited by the police, they even came back thrice to ?check? on me, their purposes i am not sure about. The best is to address them in Spanish, they get bored and give up.
Armenia has thousands of churches, at the top of mountains to control everything, great views. Many of them were turned into libraries or destroyed during Russian occupation. I reached the church of Haglapat on a Sunday morning, there was a mass and a choir of female voices, it was a great time to arrive there.
Tamanyan had to build the capital of Armenia, on a plateau, with just four houses at the beggining. Alexander had planned a central circle of buildings surrounded by parks and Canals, but now there is only a beautiful semicircle. In Yerevan many people live in their carts, some of them are their businesses too, they face snow and rain in these conditions. It even snows at the end of May. These carts are rusted and old. I remember climbing up what I thought was the last slope, to find another one, exhausted found a place to sleep, a semi-abandoned house, 13c, no door. Inside some images of Virgin Mary, a misterious place, I even felt fear. But there was no other place to sleep as it was snowing outside. Some days later I found out I had sleep at a 13c hotel: a karavansaray. A place used by pilgrims on the silk route. Next day it was sunny and cold, I wrapped up and cycled down.
I arrived to Yerveran some days later, met Ara and Arturo, Roberto?s friends. His father was a recently dead painter,. Ara has also studied Fine Arts but she has not been very lucky. In Yerevan I did two interviews for the radio, one in Russian. I have bought an English Russian dictionary to learn some Russian, necessary for some months onwards. Armenian language is too difficult, it was coined by Mashtots in 405. I was lucky to be in Yerevan on the day of ?open doors? of museums, I visited many I enjoyed them lots. Then a journalist invited me for lunch to her house, some local dishes, a great hot soup, some greens, dessert and tea. And I even tried the popular Armenian cognac, little though, alcohol and biking do not match.
I have also been planning my next route, I cannot go wrong as it will be winter and visas have to be applied well in advance.
From an abandoned cart that needs some body work and painting,
Day 1280, Peace and Well Being, the biciclown.

martes, 20 de mayo de 2008

Vodka mejor que tomate /Vodka better than tomatoes (Armenia 20-05-2008)

En Armenia un kilo de tomates cuesta dos euros y una botella de vodka tan sólo uno. Parece evidente porque la gente se emborracha. Es una cuestión puramente económica.

In Armenia, 1kg tomatoes costs 2 euros, a bottle of vodka just one. It seems obvious why people get drunk. It is just for economic reasons.


En algunos supermercados (en la mayoría) la sección de licores ocupa mucho más espacio que la de verduras o la de chocolates. Para ofrecer alcohol, en el Caucaso, los habitantes se tocan con el dedo la parte exterior de la garganta. Un gesto que no entendía bien al principio pero que ahora le he encontrado hasta la explicación histórica. Según me cuentan mis amigos, cuando en Rusia los trabajadores recibían la promesa del salario, un sello les era estampado en el gaznate. Al llegar al bar les bastaba con señalar con el dedo esa marca para que el camarero les sirviera vodka. Ahora ya no hay tal sello en la garganta pero ha quedado el gesto que es una invitación a beber.
Armenia es además un país plagado de tuberías de gas. En Alaverdi hay una gran factoría que suministra a todo el país. Los tubos de gas no están bajo tierra sino en la superficie, y para que los autobuses y camiones no los rompan los elevan por encima de la carreterera. Solo lo justito. Si el sistema no fuera de por sí suficientemente peligroso, muchos coches funcionan con gas. Los autobuses llevan las bombonas rojas en el exterior, aunque dado el estado de los vehículos, más bien parecen bombonas de oxígeno para unas máquinas que precisan respiración asistida. Pero son realmente hermosos, con sus ventanas traseras redondas que llenan de luz el interior. Aunque sigo prefiriendo la luz que entra por las ventanas de mi bicicleta: el auténtico descapotable que supera con alegría ciertos desniveles del 12%.
De vuelta en Tbilisi me preparo para el espectáculo que tendrá lugar mañana en Cáritas al tiempo que detallo la ruta que me conducirá en verano-otoño por la Pamir Highway, una de las rutas de alta montaña más hermosas del planeta. Para la que es preciso no sólo un par de visados sino algunos permisos especiales, al ser frontera con Afganistán. Pero cualquier cosa mejor que conductores que beben alcohol a las diez de la mañana y conducen como en un rally por una carretera plagada de vacas que no han visto en su vida un cercado. En Armenia muchos campesinos se la pasan mirando a sus cuatro vacas, alejándolas de vez en cuando de la ruta con un par de mal lanzadas pedradas.
Han sido menos de diez días en ese país, pero más de cuatro pasos de montaña de dos mil metros, 800 kilómetros de bici, y un poco de cerveza KILIKA la conocida marca que triunfa en Yerevan. Por sus calles resuenan los tacones de las hermosas mujeres Armenias que se visten elegantemente como si fueran a la Ópera tan sólo para bajar a la esquina a por el pan. Sus pasos tienen el ritmo de las rotas aceras de Yerevan, que las hacen bailar sin acompañante.
Desde Tbilisi, día 1.281, Paz y Bien el biciclown.

In most supermarkets the spirits section is bigger than that of greens or chocolates. To offer alcohol, people put their finger on the throat. A gesture I did not understand at the beginning. My friends told me that when in Russia workers would be promised their salaries, a stamp would be placed on their throats. At the bar, they would just point at it and the waiter would serve them a drink of vodka. Now there is not such a stamp, but they still use the gesture:
Armenia is full of gas pipelines. In Alaverdi there is a big factory supplying all the country. Pipelines are on the surface. The system is so dangerous that even cars are on gas. Buses carry red gas containers, they look like oxygen bottles really. But buses look beautiful really, with round windows letting pass the light through. Although I still prefer the light coming throuogh my bike.
Back in Tbisili, getting ready for my show in Cáritas tomorrow. I am also preparing my route along the Pamir Highway, one of the most beautiful mountaineering routes on the planet. You just need some special permits, but no visas. The worst thing is the drivers drinking vodka at 10am and driving like mad. In Armenia many farmers spend their days looking at their 4 cows and throwing stones at the cars on this route.
I have spent less than ten days in this country, but climbed up more than four mountain ports with more than 2000 km of height, 800 km by bike and I have traed KILIKA beer. Armenian women are beautiful, they dress up very elegant as if they were going to the Opera House. They walk as if they were dancing.
From Tbilisi, day 1281, Peace and Well Being, the biciclown.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Mujeres a la pista / Women ahead (Georgia 07-05-2008)

Al pasar cerca del punto donde el coche casi me mata me detuve a tomar un poco de aire. La mancha de la frenada de la rueda en la carretera ya estaba casi borrada. Mi corazón se aceleró. No sabía si era yo el que estaba viendo esa escena o mi espíritu. La mañana era fría y unas mujeres aguardaban en la carretera con dos enormes sacos de te.

Cycling by the spot where a car nearly killed me I stopped to breathe. My heart beat went up. I didn't know if it was me or my spirit watching the scene. It was a cold morning and some women were on the road carrying huge tea bags.


Me subí a la bici y continúe con mi vida sin saber muy bien hasta donde iba a llegar y cuándo se acabaría ese rodar por el mundo descubriendo culturas y renovando mi sangre. Un kilómetro y medio más adelante había un punto en el que los coches podían girar parar cambiar de sentido. El imbécil que casi me mata prefirió hacer casi diez kilómetros en dirección contraria que retroceder ese kilómetro y medio para girar hacia Ardesen y conducir por su carril. La vida está llena de gestos imbéciles, demasiado inconscientes y acelerados. Gracias a todos los que os habéis interesado por mi salud y por la de Kogadonga. Ambos estamos bien, yo creo mejor que ella. Pero la chica es fuerte y me llevará lejos.
Como el seguro no creo que pague he tomado la precaución de dar un poder a mi amiga Azra de Estambul. Para ello he ido al notario. Como no hablaba inglés hacía falta traductor. Levant trabaja en la tienda de ordenadores de la planta de abajo y ha venido a traducir. El notario al enterarse de que yo trabajaba en una notaría me hizo un descuento importante. Si no hubiera tenido ese accidente nunca hubiera conocido a Levant, que dejó su trabajo para traducir sin cobrar, luego invitarme a comer, a continuación pagar el mensajero para el envío del poder a Estambul y luego acompañarme al banco para hacer una trasferencia de dinero a una agencia iraní para que me ayuden con el visado. La vida sin cuestas sabe peor.
Georgia es un país tan diferente a Turquía? Nueva lengua, incluso nuevo alfabeto, nueva moneda (el lari) y nuevas costumbres. Ya no hay te en las gasolineras. De hecho casi no hay ni gasolina. Muchas estaciones de servicio están abandonadas a pesar de que un litro de sin plomo cuesta aquí 0,80 céntimos de euro. Pero los que pueden llenar el tanque aprovechan para pisar bien el acelerador. En Georgia he visto en tan solo unos días grandes animales en la ruta. Y no me refiero a las tranquilas vacas que pastan sin vallado y sin pastor. Una vez más abundan los Mercedes y los BMW y eso suele llevar implícito algunos animales al volante. Adelantamientos en túneles sin luz, en curvas, en cambios de rasante. Para protegerme a veces decido circular por el carril contrario. Bastante más seguro ver venir al enemigo por delante que por detrás, cuando ya no hay tiempo de reacción.
A la entrada en Georgia me aguardaba David. Un cicloturista de Madrid que está pedaleando rumbo a los juegos olímpicos de Beijing 08. Lleva unos dos meses desde que salió de casa y tiene mucha ilusión por llegar. Juntos hemos rodado unos días hasta la capital de Georgia, Tbilisi. Sólo en estos cuatro días que hemos atravesado el país se han puesto de manifiesto importantes diferencias con Turquía. Las mujeres han vuelto a la pista. Se han quitado el velo y vuelven a vender queso, pan, tomates?, como en África. Ya no apartan la mirada cuando te ven en los pueblos y eso se agradece.
Otra gran diferencia es que de nuevo se puede comprar arroz en paquetes de cien gramos. Señal inequívoca de que la situación económica es crítica. Las tiendas son como las de todo a un euro. Hay de todo, aunque lamentablemente más alcohol que comida. Una botella de agua no es mucho más barata que una cerveza. Los conductores beben vodka a las diez de la mañana y luego regresan al volante. El pan y algo de café no falta en muchas casas. Un kilo de plátanos cuesta dos euros y lo mismo el de tomates. Pero como ocurría en África cuanto más pobre es el país más buena es la gente. En los puestos de carretera donde venden frutas no ha faltado el hombre que me ha regalado un kilo de manzanas o la mujer que me ha dado cerezas. Éstas las enrollan a un palo con hilo de pescar en un trabajo tan artesanal que da pena comerlo. Para dormir en los pueblos los hombres siempre facilitaban la operación, aunque fuera dentro de un container.
Entre la lluvia y el viento (ver vídeo en esta web) he llegado a Tbilisi. Un chico al que le pregunté una dirección en vez de contestarme DA ( en ruso , sí) , me contestó SI. Aunque no hablaba inglés si conocía el español. Había vivido en Madrid cuatro años. Media hora más tarde levantaba mi primera cerveza de barril georgiana en un bar mientras la carne se iba calentando en parrilla. Giorgis no dudó en invitarnos a comer hasta que llegó Roberto. Otro georgiano que por mail nos ofreció un lugar para dormir. Su casa es grande pero con una sola habitación y el baño en la escalera. Vive con su mujer, pintora, y sus dos hermosas hijas. Eva, la mayor de siete años, se empeña en hablar conmigo en ruso aunque no entiendo mucho. Pero mejor lo aprendo porque es el idioma comodín en todos estos países que, al igual que Georgia, han estado bajo el yugo soviético. Sin ir más lejos Stalin nació en Gori, y su estatua preside la imponente plaza inmaculada de esta ciudad.
Georgia huele a comunismo, pero Tbilisi su capital tiene una mezcla de Centro Europa y Asia muy peculiar.
En la próxima entrega os contaré como va el tema de los visados o el espectáculo que pretendo organizar en esta hermosa ciudad a orillas del río Mtkvari de color chocolate.
Desde Tbilisi, muy cerquita del Parlamento, día 1256, Paz y Bien, el biciclown.


I started to cycle without knowing how far I could go on, or when would all finish. Almost two km later there was a spot where cars could turn round to change direction. The stupid guy who almost killed me preferred not to drive those 2 km to turn round. Thanks to everybody who asked for my health and Kogadonga?s condition. We are both ok, I think I am better off though. But she is strong and will carry me far.
As I do not trust the insurance company, I have signed a power of attorney for my friend Azra from Istanbul. The attorney did not speak English, we needed an interpreter- Levant works at a PC shop and came to help us understand each other. The attorney gave me a great discount because I told him I used to work at a notary office in Spain. Levant even invited me for lunch and helped me to send the power to Azra and escorted me to the bank to make a transfer to see if an agency in Iran helps me to get my visa. Life without slopes tastes worse.

Georgia is very different from Turkey. A new language, even a new alphabet, new currency (lari) and new customs. There is no tea at petrol stations. Many of them are abandoned although a litre of petrol costs 0,80?. Drivers drive fast. Cattle is free to pasture. There are no fences or shepherds. Again, there are many Mercedes and BMW cars, which means that there are many stupid drivers on the road. Cycling is dangerous.

David was waiting for me at the entrance of Georgia. He is from Madrid and has cycled all the way. Final destination: Beijing 08. So far he has been cycling for two months. We have cycled together up to Georgia?s capital, Tbilisi. In Georgia women are again on the road. They do not wear a veil and sell cheese, bread and tomatoes. You can buy rice in 100gr bags: economy is facing a crisis.There are even 1? shops. A bottle of water costs as much as a can of beer. Drivers drink vodka at 10 am and then they get on the road. In every house there is some bread and coffee. A kg of bananas costs 2 euros, the same as 1kg of tomatoes. But, like in Africa, the poorer a country the better the people. At the stalls on the road locals have given me fruit for free.
After bearing the rain and the wind (see video) I have arrived to the capital. A boy I asked for directions instead of answering DA (in Russina, yes) he answered SI. He could not speak English but had some knowledge of Spanish. He had lived in Madrid for four years. Half an hour later I was drinking my first Georgian beer at a bar while the steak was getting ready in the grill. Giorgis invited us for lunch. The, Roberto arrived. Another guy from Georgia who offered to put us up. He has a big house but just one room and one bathroom. He lives with his wife, a painter, and his two beautiful daughters. Eva, the older, is 7.She tries to teach me Russian although I do not understand much. I should learn it because otherwise..Stalin was born in Gori, and his statue chairs the impressive main square of the city.
Georgia smells to communism, but Tbilisi, the capital, is a combination of Central Europe and Asia.
Next time I will tell you about the visas and the shows I want to organize in this beautiful city by the river Mtkvari, of chocolate colour.
From Tbilisi, very near the Parliament, day 1256, Peace and Well being, the biciclown.

sábado, 3 de mayo de 2008

Vivo para contarlo (Georgia 03-05-2008)

...y lo puedo contar porque estoy vivo. Y además con casi ningún rasguño. La pobre Kogadonga no puede decir lo mismo. Fractura de la parrilla trasera, alguna alforja un poco tuerta y esperemos que no haya sufrido un derrame en el cuadro. Ver venir un coche por el arcén en dirección contraria no es algo que me pille de sorpresa.

Pero ver venir, o mejor dicho, no ver venir al segundo coche tras el primero ya es algo menos habitual. Para evitar al primer kamikaze me salí a la vía principal. Tenía dos carriles en mi sentido y no venía ningún coche. Pero el estúpido (imbécil?.) del segundo conductor al ver que el primero frenaba un poco no se le ocurrió otra cosa que adelantarlo invadiendo la vía principal: justo a donde yo había tenido que huir por culpa del primer kamikaze. Tuve el tiempo y la intuición suficiente para poner la bici de lado. La alforja trasera derecha se llevó todo el golpe, efectuando de airbag. La parrilla acabo hecha un ocho y yo rodando por los suelos con la fortuna de que no venía ningún coche por el segundo carril. Quizá la mayor rabia es recordar cómo el conductor del primer vehículo se dio a la fuga, y como el que me llevó por delante lo intentó. Pero al ver que sacaba mi cámara de fotos para fotografiar su matrícula se detuvo.

No quería llamar a la policía y quería pagarme los daños aunque no tenía dinero. La policía a la que avisé yo tardó una hora en llegar desde la ciudad que estaba a 10 kms. En todo el día no fueron capaces de terminar el informe. Me lo entregaron al día siguiente a las 12:30 a.m. La Embajada de España a la que llamé para solicitar información tardó 3 horas en ponerse en contacto conmigo. Por teléfono trataron de ayudarme lo más posible. Gracias a dos soldados Ouzman y Mustafa que cumplen su servicio militar obligatorio y que hablan un poco de inglés pude entenderme con la policía, el hospital, el seguro, el herrero, el sastre y el de la cabina de teléfonos.

Es increíble que ninguno de los capitanes, comandantes y toda la jerarquía de postín de la Gendarmería de Ardesen, una villa de cierta importancia, no hablen una sola palabra de inglés. La hospitalidad recibida con motivo de este accidente que me ha gastado una vida, ha sido muy diversa. Como la que he encontrado a menudo en Turquía. Tan pronto se ponen a comer delante de ti sin preguntarte si tienes hambre, como te arreglan la chaqueta sin cobrarte. En general a la gente aquí no le gusta el turista. Puedo decir que hasta lo desprecian. Ni en una situación de verdadera necesidad se muestran cariñosos o atentos. Y digo bien, en general. Son rudos, hoscos, y guardan sus comentarios para cuando te das la vuelta. Su interés es básicamente cuanto cuesta tu bici, tu cámara, tu ordenador?, pero no donde vas a dormir hoy.

Turquía me ha dado muy buenos momentos. Muy buenos. Y lamentablemente algunos muy malos. Este ha sido uno de ellos. Con la bici recién reparada en Estambul hace menos de un mes, verla tirada en medio de la ruta, no es la mejor imagen para mis sueños. Me duele, me parece injusto que ocurra tan pronto, que no haya podido disfrutar de ella un poco más. Pero puedo seguir. Puedo continuar mi camino porque abandonar no es una palabra que exista ya en mi diccionario. Siempre para adelante, aunque haya conductores estúpidos, aunque no consiga contactos para hacer mis espectáculos, aunque obtener visados sea complicado, aunque ser español en el extranjero no desgrave en la declaración de la Renta, sólo hay un camino y por ese camino ha de discurrir mi bicicleta.

Desde la ruta en Georgia, Paz y Bien, día 1263 el biciclown