martes, 29 de enero de 2008

Los milagros de Cana


Fecha: 29/01/2008
Lugar: Beirut-Libano


En la mayoría de las esquinas de Beirut hay tanquetas militares en cuya torreta un soldado echa la siesta. Están cubiertas por un toldo que brinda sombra fresca al militar o lo resguarda de la lluvia que arremete con fuerza inusitada. A los pies del mastodóntico vehículo otro soldado no quita el dedo del gatillo del fusil mientras observa el hipnótico andar de una libanesa que, con su cadencia, hace tambalearse el tanque.

En los cruces abundan los controles militares, que hacen detenerse a los BMW modelo 2010 (imagino, pues nunca lo había visto) y a los Mercedes del futuro. En esta ciudad hay más todoterrenos que en los concesionarios de Europa. Una ciudad que no conoce la frontera entre el snob y la religión. Abundan las pastelerías de suelo de mármol y los salones de peluquería o de manicura para elegantes señoritas.
Las que asistieron a mi espectáculo del viernes no suelen frecuentar esos lugares. Ocurrió en un campo palestino, el de Chatila en donde el año 1982 murieron masacradas más de tres mil personas. Cuando me levanté para acudir al espectáculo, no estaba seguro de si se podría hacer. Un nuevo atentado había convulsionado el centro de la ciudad, cerca de donde me vivo ahora, y el tráfico estaba cortado. Nunca se descubre el origen de estos atentados en un país que sufre demasiada influencia extranjera: Siria e Irán no lo quitan la mano de encima para intentar evitar que Bush meta aquí sus narices.

Hacía tres días había ido a inspeccionar el lugar del show, y a charlar con el director del centro de jóvenes donde tendría lugar: un palestino desterrado. Abu Moujahed tiene sesenta años, y ha vivido solo tres en Palestina. Desde hace once años trabaja para los jovenes palestinos. Su ilusión es volver a Palestina y que Palestina vuelva a los palestinos: "dame una solución y me voy mañana", me dice con absoluta seguridad. Mientra conversamos en su despacho la luz se va diez veces. Eso arruina los nervios y los ordenadores. Varias Ong,s les apoyan, y ahora un payaso venido en bici trata de organizar un show para ellos. El espectáculo fue de los inolvidables, pero no por lo artístico sino por lo difícil de la situación. Los jóvenes invadían el escenario y se mostraban un pelín violentos. Más que actuar me defendía de las manos que me querían quitar los pantalones. A punto estuve de suspenderlo pero sabiendo que algunos como Abu Moujahed apreciaban mi trabajo continué hasta el final. No en vano, invasión de espacio y violencia, es lo que estos chicos han vivido desde su infancia. Quien no recibe amor dificilmente puede darlo.
Gracias a que estos días he bebido bastante vino de Cana (del que hace milagros) ha ocurrido algún pequeño milagro. Por ejemplo: la Embajada ha colaborado en el envío de mi paquete con ropa de invierno. Con las nuevas botas, pantalón, chaqueta y guantes, puedo tratar de mirar timidamente al invierno turco que se me avecina. Otro milagro: el Instituto Cervantes ha organizdo una conferencia sobre mi proyecto este martes. El director de estudios, Federico, acaba de llegar de la China y su mentalidad abierta ha permitido organizar todo rapidito. Gracias además a dos personas que colaboran con el Cervantes, uno de ellos Jose y otro Ferrán fotógrafo (www.ferranquevedo.com), me he aposentado en una casa frente al Mediterráneo. No faltan las cenas con cerveza, las risas en español y los chistes de Cádiz.

Y sigo con los milagros: he encontrado un músico para mis shows. Al menos para un par de ellos. El ya realizado y el que hice este domingo en otro campo de palestinos cristiano. El músico es Jose, un pedazo de gaditano, flamenco por los cuatro compases.
El show del domingo fue un éxito. Hasta las nubes se sentaron en el patio de butacas mientras Jose me daba el ritmo con el cajón. Ese campo de Palestinos de Dbayé es peculiar, pues al ser de cristianos no recibe ayuda de los árabes que apoyan la causa palestina y al ser palestino no recibe ayuda de los no-árabes. Cuando Israel bombardeó el Líbano el verano pasado, muchos palestinos del sur encontraron en la escuela de este campo un refugio. A su partida las instalaciones quedaron inutilizables y cada mañana, un autobús de la ONU recoge a los chicos para asistir a sus clases a una hora de coche de sus casas. En el patio de la escuela tuvo lugar el espectáculo.

Por la noche una nueva manifestación de partidarios chiítas protestando por los cortes de luz y la carestía de la vida se saldó con ocho muertos y más de 50 heridos. El ejército trata de controlar con balas la situación. Entre los fallecidos un chico de 18 años, sobrino de una trabajadora española del Cervantes. Al día siguiente, lunes, ella no faltaba a su puesto de trabajo. La situación es tensa, no más imagino que en Gaza o en Kenya, pero hay muertos que interesan a las televisiones y otros que solo cuentan para las estadísticas. Beirut interesa a occidente y aunque las calles están militarizadas, me siento mucho más tranquilo paseando por aquí que por las calles de la capital del Congo, Kinshasa. Las caderas de alguna libanesa amortiguan el insoportable color verde camuflaje. Pienso si el ser humano es violento por naturaleza o la violencia la aprende en su vida, igual que aprende a reír o a perdonar.
La lluvia y el viento arremete con violencia contra los ventanales del salón, retrasando de momento mi partida e impidiendo, afortunadamente, que hoy se produzcan queman de coches y de neumáticos.
Punto Radio parece de nuevo interesada en entrevistarme cada lunes de madrugada, y eso hace que el libro África con un par se siga vendiendo bien. También algunos amigos como el Portu ayudan bastante. En su empresa parece que ha conseguido que todos los empleados se hagan con un ejemplar. Las críticas que he recibido por el libro son positivas, aunque la gente se queja de que sea corto. Al respecto he de decir que opté, cuando lo escribí en El Cairo, por la prudencia. Prefería controlar lo que escribía que llenas páginas y páginas con aventuritas. Tal vez releyéndolo la gente pueda encontrar detalles que en una inicial lectura pasaran desapercibidos. Ese libro nació con vocación de relectura.

Desde el Instituto Cervantes de Beirut, dia 1167, paz y bien, alvaro el biciclown.

jueves, 17 de enero de 2008

Cancion de amiga


Fecha: 17/01/2008
Lugar: Beirut-Libano


Nadie recuerda un invierno tan frío como este.
Las calles de la ciudad son láminas de hielo.
Las ramas de los árboles están envueltas en fundas de hielo.
Las estrellas tan altas son destellos de hielo.
Helado está también mi corazón.
Pero no fue el invierno
Mi amiga, mi dulce amiga, aquella que me amaba, me dice
Que ha dejado de quererme.
No recuerdo un invierno tan frío como este. (Ángel González, poeta)

La primera vez que escuche estos versos fue en boca de mi gran amigo Mr. Imprevistos. Fue si no recuerdo mal en Dar es Salaam (Tanzania) en su segunda visita africana. Mi amigo declamó esos versos con la fuerza que le daban varios vasos de vino y con el sentimiento de, seguramente, haber experimentado ese frío alguna vez. Meses más tarde una jovencita me hizo sentir ese frío, recorriéndome toda la espina dorsal con macabra lentitud, y no lloré porque las lágrimas se esfumaban antes de asomarse.
Ahora que el poeta no volverá a escribir versos he vuelto a sentir ese frío. Mi amigo Mr. Imprevistos le había dedicado un busto, con habitación incluida, en su casa de Oviedo. Habían compartido juntos vinos, licores de malta y poesía. La silenciosa Sole ya me decía:
?es como un pajarillo, cualquier día se nos va??
Y se fue.
Pero Ángel González, igual que mi querido Luis Rosales, nunca se van. La muerte los afirma, lo enraiza, los engrandece. ´
Y de nuevo el frío volvió a visitarme estos días. Mi amigo Rafa va a perder a su hija de dos meses por una enfermedad, inusual e incurable. Nada se puede hacer, me dice. Son momentos de frío en un invierno, ya de por sí, helador. Hace más de cien años que no se sentía en estas latitudes un invierno tan crudo. Y hace mucho tiempo que un frío tan interior no me visitaba.
Para aislarme del frío externo he debido recurrir a Oxigeno, en Oviedo, que cuenta con un material excelente y una experiencia de más de 25 años en material de montaña. Para recibir el envío del nuevo material he recurrido a la Embajada española en Beirut. Ya en otras ocasiones, Angola y Mozambique, las Embajadas han colaborado conmigo permitiéndome el envío de algunas piezas o material de repuesto por medio de la llamada Valija Diplomática. Algo que supone para mí un ahorro de unos 300 euros por lo menos. Pero Beirut es diferente, es frío?
Llegué aquí el lunes por la tarde. Por correo electrónico había anticipado de mi llegada y de mis actividades culturales a la Embajada y al Instituto Cervantes, pero no recibí contestación. En el Cervantes no hay tiempo ahora de organizar nada y ni hay Director ni responsable de actividades culturales. Posiblemente si hubiera leído mi correo de Diciembre ahora sería más fácil. La Embajada me contestó al segundo mail, diciéndome que de usar la Valija de momento nada, y que la situación política en este país no está para payasadas. Afortunadamente no comparto ese punto de vista. Precisamente ahora que hay un clima de violencia, más sicológica que física, ahora que el país trata de descubrir su futuro, es tiempo de reírse, porque la risa relaja los músculos en tensión y es una probada terapia contra el stress. Pero yo no soy solo un payaso, también debo ser un organizador, un localizador de escenarios, un vendedor de sonrisas. Y eso no es fácil cuando hace tanto FRÍO.
El martes llegué a la Embajada. No pude entrechocar la mano de ningún español. Al igual que en esas películas americanas que muestran en las cárceles como el abogado habla, con un cristal de por medio, con su cliente por un teléfono, así tuve que contar quién soy y qué hago a una funcionaria (supongo que española) de la Embajada española en Beirut. ¿En qué mundo vivimos? El ser humano se puede acostumbrar a todo, pero yo he visto muchas Embajadas de mi país, he sido recibido por muchas personas y personalidades, y no recuerdo un ?invierno? tan frío como este.
Por el frío teléfono me comunicaron que no era posible ver en ese momento al responsable de actividades culturales. Que llamara otro día. Conseguí cita para dos días después. La entrevista duró escasos veinte minutos, menos de la mitad del tiempo que tardé en llegar en coche tras un hermoso atasco. De ella obtuve las siguientes conclusiones:
-la Embajada tiene fondos para organizar algunas actividades culturales, pero no parece tenga voluntad de hacer nada conmigo. Falta de tiempo, momento inoportuno...
-me facilitaron el teléfono y el mail de un español que trabaja en una Ong local. Tres días de espera para obtener un número de teléfono. También el email de la responsable de cooperación española, que no pudo asistir a la reunión.
-no puedo recibir mi material de invierno por la Valija Diplomática, aunque el propio embajador hará lo posible por intentarlo. Gracias a él y al Sr. Rebollo por sus gestiones..
Al terminar la infructuosa reunión, una pregunta heladora me vino de frente:
¿Qué más podemos hacer por ti?
Habiendo hecho nada, nada más puedo pedir. Si tras tres años de proyecto, cinco si incluímos Sudamérica, dos libros y dos dvds publicados, y miles de sonrisas y kilómetros a mis espaldas, no consigo arrancar ciertos favores que me permitan seguir manteniendo vivo este proyecto, es que no he avanzado mucho. Es que realmente me he equivocado de día, de ciudad, de estación...las estrellas tan altas son destellos de hielo
Curiosamente, el responsable de actividades culturales es además Primer secretario de la Embajada, y conoce bastante bien mi proyecto, pues él estaba en Mozambique destinado cuando yo pasé por allí y recibí la ayuda de Jaime Puyoles de la Agencia de Cooperación Española. En Mozambique fue la segunda, y última vez, que pude recibir unos repuestos por la Valija Diplomática.
Gracias a los contactos locales de las personas libanesas que me alojan estos días en su casa, he acudido esta mañana a organizar un espectáculo a un campo de refugiados palestino a veinte kilómetros de Beirut. Hemos quedado en ofrecer el show este domingo. Pero a la tarde he recibido la llamada de la responsable diciéndome que no tienen suficiente tiempo para organizarlo?; y eso que aún no actúo con leones ni hay que montar el trapecio, pero la ramas de los árboles están envueltas en fundas de hielo.
Ante la imposibilidad de sacudirme de encima este frío interior que ha ocupado mi epidermis, sólo puedo pedir que mis amigos de Toursa envíen cuanto antes el material de invierno, para protegerme del frío exterior, e intentar desalojar cuanto antes los incomprensibles espíritus que merodean por Beirut, que hace que las calles de la ciudad sean láminas de hielo.

En Libano hay más de 18 grupos religiosos, que tratan de convivir. Un país que ha vivido más años de guerra que de paz, que es conocido como la Suiza de Medio Oriente. En cuyo centro comercial hay tiendas de Rolex o de Giorgio Armani a cuyas puertas aparcan los últimos modelos de BMW y Mercedes. Pero nadie camina, porque cerca se han instalado desde hace un año los radicales ocupando varios aparcamientos privados y montando sus tiendas sin que el Gobierno se sienta capacitado de expulsarlos, pues crearía más violencia.

Varios periodistas han sido asesinados por expresar sus deseos de un Líbano unido y tolerante. La economía aquí está dolarizada, y con un salario de 350 dólares al mes, pocos pueden subsistir. Para moverme por la ciudad debo emplear al menos cuatro dólares, cuando con ese dinero en otros países vecinos como Siria puedo comer como un rey. La electricidad se corta al menos ocho horas al día, obligando a los ciudadanos a pagar un generador y a comprar combustible. Las calles están llenas de militares y en cualquier esquina hay tanques. Nadie sabe qué va a ocurrir mañana. Es este uno de los países de naturaleza más hermosa. A una hora y quince minutos de la playa están las pistas de esquí, que se abren paso entre los cedros, el árbol nacional. El sábado, con mi amigo Bassam, tal vez pueda recorrer una de esas pistas, tratando de iniciar una nueva racha, con un poco de más buena suerte. Koga, la nueva bici, se ha sumado al festival de frío y me ha regalado el primer pinchazo tras casi tres mil kilómetros, y un buen susto. Debido a las terribles carreteras de este país, dos tornillos del portabultos traseros se han soltado. Afortunadamente iba despacio y pude repararlo sin problemas.

Este viernes a la noche me podeís escuchar en Radio Euskadi con el amigo Roge Blasco y el lunes de madrugada en Punto Radio, que vuelve a entrevistarme semanalmente. El programa de televisión infantil Comecaminos, me dedicará la semana del 11 al 17 de febrero como personaje destacado, y la productora Filmina sigue avanzando en la edición del documental del biciclown, del que podeis ver un adelanto en youtube, al tiempo que trabajan en el diseño de una nueva web.
En estos momentos de frío intenso tengo el gusto de leer un mail de alguien que me escribe por primera vez, y del que copio aquí una líneas, por si alguien leyendo este última hora siente también que el invierno es demasiado frío:
quería decirte que leyendo tu libro me he emocionado y me he reido. Es un poco típico y te lo dirá mucha gente, pero sin llegarte a conocer siento que eres una gran persona. Valoro mucho lo que estás haciendo y desde aquí te digo que ! Ánimo ! y que cuando encuentres gente en el mundo que te dan la espalda , tu sabes perfectamente que a la vuelta de la esquina te esperan personas tan buenas y tan agradables como tú. un abrazo y hasta siempre.

viernes, 11 de enero de 2008

Me visto y vuelvo


Fecha: 11/01/2008
Lugar: Homs-Siria


Y esto no ha hecho más que empezar puesto que cada pedalada me adentrará aún más en el congelador. En enero, y con rumbo Nordeste, no puede ser de otro modo. Así que he decidico hacer un requiebro a las nubes, un quite taurino templando y mucho con la mano izquierda, y me voy hacia el Sur. Rumbo a Beirut en el Líbano; me visto y vuelvo al camino. Allí espero poder recibir un paquete con material de invierno más potente que, una vez más, la tienda de montaña OXÍGENO pone a mi disposición con todo su cariño-goretex. Nuevas botas, chaqueta, calcetines y guantes. De otro modo la congelación es segura en estas tierras. Cada mañana miró con escepticismo el termómetro que, con pereza de lunes colegial, no llega hasta los 0º C hasta bien entrada la mañana. Y eso los días que el sol se desnuda de nubes, pues cuando éstas cubren el cielo, la nieve hace acto de presencia y complica más aún el pedaleo. Así ocurrió ayer cuando llegué a Homs, la tercera ciudad en importancia de Siria.
En Der Mar Musa, el monasterio del silencio de piedra, incorporé a mi equipamiento una nueva cocina revolucionaria. Algo que si me dicen antes no lo hubiera creído. ¿Cómo es posible convertir una lata de cerveza en una cocina? Que se lo pregunten a Antón, el español que conocí en el monasterio. En una hora confeccionó el inventó que pronto calentaba agua para el té. El proceso es simple, y como todo lo sencillo es duradero y eficaz. Cortas una lata de cerveza en tres trozos, procurando sobre todo que los dos extremos superior e inferior sean iguales, y que la parte central que queda tras el corte pueda encajar en las otras dos piezas. Esta parte central (C) se puede cortar luego más si fuera necesario. La parte superior (A) cubrirá la parte inferior de la lata (B). La parte central (C) se corta trasversalmente, y ese cilindro se mete dentro de B. Entre y C se coloca un trapo viejo. La parte superior de la lata (A) se encaja (con alguna dificultad) por fuera de la parte B, y de este modo C queda sujeto. Luego se hacen unos agujeros en la parte superior de A, perforando a la vez C y B. La parte superior de A se debe cortar quedando así la lata hueca. Ahora se coloca un poco de alcohol de quemar dentro de la lata e, inclinando la lata, ese líquido impregnará el trapo que está oculto entre B y C. Cuando se enciendo el alcohol que está dentro de la lata, como si fuera un milago empieza a salir llama por los agujeros perforados en la parte superior A. Con unas tijeras se pueden hacer un poco más grandes esos agujeros y sobre todo acomodar el trapo que está dentro de la lata y que tal vez tapone algún agujero. Desde luego si estuviera Antón con vosotros este proceso de fabricación sería mucho más sencillo, pero no es demasiado complicado y, cuando te tomas un te con agua calentada en una lata de cerveza, te sabe mejor que en el Sheraton.

Pero antes de llegar a Homs me desvié hacia el desierto para deleitarme con la famosa Palmyra. Así llamada ahora, antiguamente Tamdor, porque en ella abundan las palmeras. Los romanos construyeron aquí hermosos templos, de dimensiones gigantescas, para tratar de asombrar a oriente con su poderío, aunque fue con la Reina Zenobia cuando alcanzó su esplendor. Una mujer de fuerte carácter que le plantó cara al emperador Aurelio conquistando Siria y parte de Egipto. Adoptó el título de Augusto, anteriormente usdo solamente por el emperador de Roma, y acuñó propia moneda.

En Palmira pude conocer además a un padre, en el doble sentido de la palabra, católico. Dada la falta de vocaciones en estas tierras islámicas, el Vaticano ha permitido a algunos hombres casados y con hijos ordenarse como sacerdotes. Algo insólito y totalmente desconocido para mí. El Padre Georges es el encargado de la parroquia de Palmira. Aunque solamente hay 20 cristianos en una poblción totalmente musulmana. El día de mi llegada iban al Hospital a llevar algunos regalos a los niños enfermos. Me pidieron que tomara unas fotografías para publicar luego en la prensa. Pero lo que vi fue algo bien triste. El Padre estaba más preocupado de mi objetivo que de los enfermos. La visita duró escasos diez minutos. Ni un caricia a los niños, ni una pregunta por el estado de salud?, tan sólo preocupación porque yo retratara bien el momento de la entrega de los regalos. Yo había llevado mis artículos de magia, por si acaso la situación se prestaba para hacer algo, pero aquello era un poco bochornoso.

Dentro del grupo de católicos estaba un chico llamado Rudy, que me ofreció quedarme en su casa en Homs. Así que ahora me encuentro aquí, calentándome con estufas de gasolina ( un litro 0,25 euros, pues Siria produce petróleo), y aguardando a que cese la tormenta para llegar a Beirut en Libano.

La nueva bici cada kilómetro parece estar más contenta con su futuro de carreteras y juntos celebramos, en mitad del páramo sirio, los cuarenta mil. Yo tengo cuarenta y ella cuarenta mil. Los perros que cuidan del ganado tiene abuelos lobos y no se andan con tonterías. Por eso no me queda más que cargar con unas cuantas piedras para ahuyentarlos. El otro día vi dos perros cruzando la carretera persiguiendo a un zorro y en su carrera se podía leer la sentencia de muerte del pobre animal.

El programa infantil de La primera de TVE ?Comecaminos? dedicará la semana del 11 al 17 de febrero un especial del biciclown. Gracias sobre todo a las imágenes ofrecidas por la productora Filmina y de las que podeís ver un adelanto en www.youtube.com.
La cadena de Radio Punto Radio volverá esta temporada a entrevistarme semanalmente. Será los lunes a las 6,15 a.m. en el programa ?A día de hoy?. Tal vez Marcos pueda seguir grabando y trascribiendo las entrevistas en su web alinome.net, como hacía la temporada pasada. Y si no a madrugar.
Tal vez en Beirut pueda de nuevo desenfundar mi clown, gracias una vez más a contactos privados, pues a nivel institucional es penoso la lentitud, cuando no el silencio, de nuestros órganos de difusión de la cultura española en el mundo.
Desde Homs, Siria, día 1149, Paz y Bien, el biciclown.

domingo, 6 de enero de 2008

Buscando el calor del invierno sirio


Fecha: 06/01/2008
Lugar: Al-Qarayten-Siria


Mis amigos partieron de madrugada y el último desayuno en el hotel donde me alojaron en Amman lo disfruté solo. Es duro dejar las comodidades por lo desconocido, pero en eso radica mi vida. En saltar de interrogante en interrogante. El frío se ha adueñado de esta parte de Oriente Medio y me persigue con feroz tenacidad. Conseguí llegar cerca de la frontera pero decidí pasar mi postrera noche jordana. No encontré buen sitio para acampar, la policía no fue de mucha ayuda, pero finalmente un tal Cusin se apiadó de mi y, cuando ya anochecía, me abrió la reja de un recinto militar para que montara mi tienda a la sombra de un pino. No tenía fuerzas para cocinar, así que eché mano de una lata de fabes con chorizo que mis amigos de Toursa me enviaron para que pasara la navidad. Liquidada y con motivo suficiente. Me fui al saco a tratar de buscar el calor perdido.
La noche siguiente tendría recompensa, pues conseguía llegar a la mítica Damasco. Allí dos amigas francesas me hacían un sitio en su casa y podía prepararme a despedir el año. Me invitaron a un restaurante local, donde a falta de uvas, se dedican a explotar los globos que previamente decoraban las paredes. Una banda amenizaba la copiosa cena, a base de ensaladas, pizzas de carne, puré de garbanzos, de berenjenas y de postre?, fruta. Por supuesto nada de alcohol. En su lugar leche agria.

Damasco es un gran bazar estos días y debí ser de los pocos que salío con las manos vacías. Intenté sin embargo acercarme a la Embajada de mi país. Lamentablemente, y a pesar de ser 31 de diciembre, no abría. No había ningún teléfono de emergencia, ni nada que pudiera dar un mínimo cobijo a un ciudadano español en Siria. En mi caso trataba de organizar algún espectáculo, pero mi embajada en Siria tiene la poca vergüenza de cerrar el 31. Si ocurriera eso en una empresa privada, sus responsables ya estaban cobrando el paro. Por supuesto, tampoco han contestado a mi propuesta enviada por mail hace semanas ofreciéndoles mi espectáculo.

El día uno abandonaba Damasco rumbo al norte. En realidad rumbo a la nieve, pues ya he tenido los primeros contactos con la blanca señora. Cuando llegué al monasterio de Seydnaya no encontré mejor lugar para dormir que los extramuros del cementerio. La imaginación para buscar cobijo me crece por momentos.

El día después, tras atravesar la ciudad de Maalula (cuyos habitantes hablan la lengua de Cristo, el arameo), entré en el reino de las nubes y los rayos de sol misteriosos.

Me esperaba un refugio en el Monasterio de Mar Musa. Construido en plena roca en el siglo 6 ANTES DE CRISTO. En las montañas del desierto hacia Irak. Abandonado en 1830, y redescubierto en 1980 por el Padre Paolo. Tras vivir aquí durante diez días como un ermitaño, decidió reflotarlo. Ahora este lugar no es ni sombra de lo que era, pero conserva la tranquilidad de un monasterio. Cuando llegas te acojen con los brazos abiertos: te dan cama y comida por el tiempo que quieras a cambio de tu respeto a la comunidad y tu trabajo voluntario. Ya sea construyendo un muro, regando las plantas, lavando los platos o, como en mi caso, trayendo unas cuantas sonrisas. A las 7 de la tarde, durante media hora, este lugar se sumerge en el reino del silencio. No se oye ni el agua correr por las tuberías. Luego misa, voluntaria, en árabe y cena. Con una habitación espartana, mi libreta para tomar apuntes y ciertos atardeceres, siento que salí ayer de casa o, más bien, siento que es ésta mi casa a la que hacía mucho tiempo no volvía. www.deirmarmusa.org

Si veis esta crónica subida en la web, es señal de que he abandonado la vida monacal y recuperado la vida nomadal.
Por último recordaros que la película sobre el biciclown en Africa ya tiene un aperitivo. Ir a youtube y escribir biciclown, y podeis ver cinco minutos de adelanto que la productora Filmina me ha regalado por Reyes. Gracias a ellos, y a todos los que habéis solicitado mi nuevo libro, y también gracias por vuestros favorables comentarios. Me complace saber que tengo admiradoras de 85 tacos. Paz y Bien, día 1143, el biciclown